El primer cadáver político de los titiriteros borra su rastro
Hasta ahora sólo dos personas han pagado por lo sucedido el pasado viernes. La identidad de uno sigue siendo un misterio mientras que el otro cesado ha puesto tierra por medio.
La primera víctima política del caso de los titiriteros anarquistas, Ramón Ferrer, decidió echar el cierre a su cuenta de Twitter tras el escándalo que dio con ambos en prisión por sendos delitos de enaltecimiento del terrorismo y contra los derechos fundamentales y las libertades públicas.
En su cuenta de Twitter, @mon_cho, Ferrer difundió publicidad sobre los Carnavales que dirigía, propaganda de Ahora Madrid y Ganemos Madrid o carteles sobre la "enfermedad" que supone el capitalismo.
La huida tuitera de Ferrer tiene una explicación: por el momento ha sido el único afectado por el polémico asunto cuyo nombre se ha conocido. Este lunes pasado la propia alcaldesa Manuela Carmena reconocía que otra persona también había sido cesada pero que no tenía constancia de su identidad. Una afirmación, cuanto menos, sorprendente y que deja a las claras el caos organizativo del Ayuntamiento.
Ferrer ha sido el más sonado ya que en calidad de director artístico del Carnaval -con una retribución de 5.600 euros según algunos medios- se le responsabiliza por la contratación de Títeres desde Abajo.
El cese de Ferrer ha sido considerado un cortafuegos para frenar la polémica en torno a la delegada de Cultura Celia Mayer. Sin embargo, si ese ha sido el caso no ha surtido efecto.
Lo cierto es que Ferrer, un fiel militante de Ahora Madrid vinculado a una emisora libre como Radio Almenara, sí mantuvo una relación prolongada con los titiriteros anarquistas.
En un festival de la citada radio, que ciertas fuentes vinculan con el entorno del delegado del Área de Coordinación Territorial y Asociaciones, Nacho Murgui, Ferrer se encargó de que los citados interviniesen con una de sus representaciones, En la plaza de mi pueblo, (nombre de una conocida canción anarquista) donde entre otras perlas se pueden ver marionetas con los penes erectos, alusiones a una violación anal al príncipe o a las infantas siendo usadas como tracción para un arado.