La crisis de Podemos Madrid abre una brecha peligrosa entre Iglesias y Errejón
Ahora que comienzan dos meses de intensas negociaciones los dos dirigentes del partido morado se encuentran con una bomba de relojería interna que puede comprometer su relación.
La maldición de Madrid también llega a Podemos. El partido morado puede presumir de encontrarse en una situación similar a los partidos de la casta en lo referente a la capital de España, un semillero habitual de broncas y trifulcas. Los líos internos han salido a la luz después de varios cierres en falso y no faltan quienes creen que la explosión estaba cantada desde hace meses.
Las ondas de choque en Madrid siempre repercuten con mayor potencia. La provocada por la dimisión del secretario de Organización, Emilio Delgado, ha sido de mayor impacto si se tiene en cuenta que durante varios meses ha sido el responsable directo de la gestión del partido. Hasta el punto de que a Delgado, hace un año, se le encargó un ambicioso proyecto para cambiar la infraestructura de Podemos en Madrid ante la inoperancia y los problemas generados por los círculos que finalmente no prosperó, tal y como reseñó El Semanal Digital, antecesor de ESdiario.
El fracaso del oficialismo
Por eso la dimisión con reproches de Delgado ha resultado más dolorosa, ya que no se trata de un miembro del sector crítico. Por el contrario, Delgado ha sido un alfil de peso en el sector oficialista madrileño y por su puesto conoce bien la situación interna. El excargo de Podemos ha desatado las iras de los sectores más ligados al secretario general Luis Alegre y al secretario político regional Miguel Vila -diputado por Burgos ahora de actualidad por su flirteo con la dirigente popular Andrea Levy- por sus críticas a la "ausencia de liderazgo" del mismo.
La dirección nacional del partido morado estaba al corriente de la situación, según ha podido saber ESdiario. Sin embargo, no se tomaron medidas alegando lo mismo que con el proyecto ya mencionado: no era el momento de remover la formación en Madrid, cuyo equilibrio es precario, en periodo electoral. Si hace un año la justificación fue por las autonómicas y municipales, meses atrás lo fue por las generales.
Detrás de esa inacción, además del miedo a mover los cimientos -más sensibles de lo que parece, con diversas tendencias entremezcladas- del partido en Madrid, se ha apuntado otro hecho más: Pablo Iglesias no quiere desplazar a Alegre de su puesto. En esa decisión pesa el hecho de que Alegre, que primero se vio desplazado de las comparecencias públicas en las televisiones y más tarde de las portavocías en las ruedas de prensa posteriores a las reuniones del Consejo de Coordinación, mantiene la Secretaría de Podemos a nivel regional en Madrid como último reducto.
El protegido de Iglesias
Iglesias no ha estado dispuesto a mover a Alegre, fundador del partido, del cargo en el que le mantiene a modo de compensación después de que decidiera apartarse de la primera línea. También cuenta otro factor: supondría reconocer un fracaso en el oficialismo y dejar la puerta abierta a un nuevo asalto de los críticos, en especial los de Anticapitalistas, que ya tienen importantes parcelas en el Consejo Ciudadano de Madrid.
Con esta situación se ha dado pábulo a un enfrentamiento entre pablistas y errejonistas, ya que buena parte de la fontanería de Podemos está en manos de fieles al secretario político, Iñigo Errejón, que también hace un año hizo valer sus poderes para acotar el desembarco de los fieles de Tania Sánchez.
Precisamente que un cargo como Jorge Moruno, responsable de la elaboración de los argumentarios del partido morado para sus dirigentes, se haya solidarizado con Delgado dice bastante de cómo se encuentran las cosas cuando algunos barajan la posibilidad de pedir al dimisionario su acta de diputado autonómico.
Otro problema más para Podemos en su retaguardia cuando se abre un escenario de duras negociaciones con el PSOE.