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Rajoy intervino para minimizar el castigo a Barberá y desesperó a su número tres

El presidente de los populares hizo cambiar los planes de su vicesecretario de Organización en un episodio que refleja los equilibrios que tienen que hacer en Génova para contentarle.

Rajoy y Barberá son muy amigos desde hace años, he ahí la cuestión.

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Fernando Martínez Maillo vivió este martes uno de sus peores días desde que es vicesecretario de Organización y Electoral del PP. Aunque desde entonces, junio del año pasado, ninguno ha sido excesivamente bueno.

El número tres de los populares fue el encargado de salir a la palestra para anunciar la apertura de un expediente informativo contra Rita Barberá, y los concejales y asesores del PP en el Ayuntamiento de Valencia que, sin embargo, no ha servido para amainar las aguas populares.

No en vano muchos, con Pablo Casado y Javier Maroto a la cabeza, esperaban más contundencia y se encontraron con un expediente inédito, en tanto que no va dirigido contra una persona sino contra un totum revolutum de militantes.

Se suponía que no iba a ser así, pero Mariano Rajoy intermedió, una vez más, para que se hiciera el menor daño posible a su gran amiga -he ahí el principal problema- Rita Barberá, evitando que se le abriera un expediente a título personal. Como el viernes sí se le abrió, sin ir más lejos, al expresidente madrileño Ignacio González.

El Comité de Derechos y Garantías tenía decidido iniciar medidas disciplinarias en el caso de Valencia desde hacía 10 días, cuando se el órgano se reunió por última vez, según fuentes del mismo consultadas por ESdiario. Pero estaba esperando a que se produjera el levantamiento del sumario.

Una vez levantado, y tras escuchar el alegato de la exalcaldesa de Valencia en defensa propia, era el momento de que el Comité actuara. Pero ocurrió que Rajoy habló. Habló en público, declarándose "tranquilo" tras el "paso adelante" de Barberá; y en privado, haciendo ver que había que minimizar el castigo a su amiga.

En ese momento Martínez Maillo entró en shock. El jefe había dado una orden, pero para su disgusto en paralelo los vicesecretarios Casado y Maroto se reconocían públicamente insatisfechos con las explicaciones de Barberá.

En conversación con el Comité de Derechos y Garantías, al número tres de los populares se le abrió el cielo cuando le ofrecieron la posibilidad de hacer algo que nunca antes se había hecho: abrir un expediente conjunto para diluir el nombre de Rita Barberá entre el resto.

El episodio refleja los equilibrios que se están viendo obligados a hacer en Génova 13 para no ir más lejos de lo que el presidente de los populares quiere, que es poco. Y eso es precisamente lo que trae por la calle de la amargura a los nuevos dirigentes, desde Cristina Cifuentes a Pablo Casado pasando por Andrea Levy y Javier Maroto: los miramientos de Rajoy cuando más mano dura debería tener.

Los nuevos dirigentes están muy hartos de los miramientos de Rajoy

A tal llega el hartazgo de la nueva generación que son constantes las declaraciones de cualquiera de ellos pidiendo contundencia a su partido; a Rajoy al fin y al cabo. Sin ir más lejos este miércoles la presidenta de la Comunidad de Madrid reprochó de forma velada a su compañera que no dé un paso atrás: "En Madrid lo tenemos muy claro, todos los diputados, de manera voluntaria, hemos firmado un código ético en el cual si alguno somos investigado por corrupción presentaríamos la dimisión de manera voluntaria".

Lo hizo al comienzo de una Convención sobre el crecimiento y el empleo que organizaron los populares en un hotel madrileño y que quedó totalmente eclipsada por el asunto Barberá. Por más que el propio Rajoy hablara en el discurso de clausura de que hay que centrarse en "lo importante", la economía.

El caso valenciano ha abierto asimismo una enorme falla entre los vicesecretarios Casado, Maroto y Levy, por una parte; y Martínez Maillo y a más altura María Dolores de Cospedal, ambos ejecutores de las órdenes del jefe.