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Los intocables: el segundo de Chaves se ríe del juez de los EREs en un escrito

Gaspar Zarrías, conocido como el "virrey" de Andalucía durante años, tenía que declarar el miércoles ante el juez instructor pero ha decidido no hacerlo. Sin más. Y lo peor son sus razones.

Gaspar Zarrías, eterna mano derecha de Manuel Chaves.

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El caso de los EREs sigue sumando capítulos escandalosos. El último ha sido la decisión del llamado virrey andaluz, el otrora todopoderoso Gaspar Zarrías, de negarse a declarar ante el juez acogiéndose a su derecho constitucional. Porque sí.

Quien fuera mano derecha de Manuel Chaves durante años, su brazo ejecutor para todo, tenía que comparecer como investigado -imputado antes- este miércoles ante el magistrado Álvaro Martín, dentro de una de las piezas separadas de la instrucción, en la que están imputados 51 exaltos cargos de la Junta de Andalucía.

Se trata de la misma pieza por la que el pasado 16 de marzo declararon los expresidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Que no hicieron más que ratificar sus declaraciones de hace un año ante el Tribunal Supremo.

Sin embargo, Zarrías ha elevado un escrito al Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla en el que advierte de antemano que se acogerá a su derecho de no declarar porque ya lo hizo en el Supremo. Y, en un alarde de insolencia, adjunta al escrito una copia de la declaración de entonces.

Aquel día, el 15 de abril de 2015, lo único que hizo el exconsejero de Presidencia andaluz fue lavarse las manos: negó conocer irregularidad alguna en la gestión de los EREs y descargó la responsabilidad sobre la Consejería de Hacienda, entonces dirigida por Griñán. No obstante hay informes del Grupo de Delincuencia Económica de la Guardia Civil que le sitúan como uno de los mayores responsables de la trama.

Pero hay más. La defensa de Zarrías insinúa en su escrito que lo único que pretende el juez instructor es una lapidación pública de su cliente. Lo hace con estas palabras: "En el contexto de unas diligencias penales enormemente mediatizadas y contaminadas por una repercusión pública desproporcionada, la sola convocatoria a declarar, con el consiguiente 'paseíllo', impondría a los llamados al Juzgado un perjuicio injusto e innecesario".

Y añade que cuando declararon Chaves y Griñán "nos encontramos con la sorpresa de que la Fiscalía (Anticorrupción), en un gesto insólito, quiso dejar constancia en acta de una serie de preguntas, a cual más sesgada, pero realizadas a sabiendas de que los convocados habían decidido no contestarlas".

"El hecho de permitir que se expongan tales preguntas -le reprocha al juez- tiene como única consecuencia que la diligencia de declaración del imputado se trastoque en una extraña vista cuyo único interés es permitir que el fiscal despliegue, ante el silencio inerme del investigado, un insólito informe de cargo extemporáneo e inútil, pero destinado a ser reproducido en los periódicos de toda España".