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El “racismo” de los nacionalistas, al descubierto gracias a "La Vanguardia"

El periodista Gregorio Morán ha puesto el dedo en la llaga del nacionalismo hablando sin complejos de lo que él considera que es la Cataluña de hoy. Un repaso desde Pujol hasta Puigdemont.

Gregorio Morán ha formado un terremoto en Cataluña por hablar sin complejos.

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Arde Twitter entre detractores y entusiastas del periodista y escritor asturiano, Gregorio Morán, que este sábado se ha atrevido a cuestionar una de las “vacas sagradas” del nacionalismo catalán, la imposición de la lengua, en un artículo publicado en La Vanguardia. Morán ha titulado su columna con un clarificador texto: “El neofascismo lingüístico”, pero la lengua ha sido un pretexto para posteriormente realizar un repaso sobre lo que él considera que es hoy Cataluña. Y no deja títere con cabeza, empezando por la corrupción de Jordi Pujol y terminando por Carles Puigdemont.

Critica la corrupción anterior que ha conducido a la situación actual, dice, “la cosa empieza a ponerse un poco fea. Nadie sabe quién manda. Cataluña tiene un president salido de la nada en una jugada tan extraña y chumacera que uno no sabe muy bien si se trata de un candidato de repuesto, un milagro virginal o sencillamente un pacto entre la casta más corrupta e incompetente desde los tiempos de Cambó”, escribe el columnista que antes había cuestionado a la sociedad catalana acusándola de vivir “una crisis total de objetivos, no de identidades, como asegura la facción talibán que ha crecido como los hongos, siempre que los hongos fueran plantados por dirigentes bien remunerados”.

Cataluña tiene un president salido de la nada en una jugada tan extraña y chumacera que uno no sabe muy bien si se trata de un candidato de repuesto, un milagro virginal o sencillamente un pacto entre la casta más corrupta

De vuelta a la lengua, el artículo está razonado después de la irrupción en escena de los 280 académicos catalanes que critican el bilingüismo y defienden el catalán como lengua única en un controvertido manifiesto. Condición de académicos que cuestiona “ahora resulta que existen 280 académicos, de los cuales conozco a un puñado que son tan académicos como yo fontanero”. Sobre el manifiesto critica Morán dos cuestiones: “la declaración del catalán como lengua oficial única, lo que nos obligaría a más de la mitad de la población catalana a apelar a estos letrados académicos para cualquier requerimiento. En otras palabras, que les daríamos trabajo. A mí me impresionó mucho saber que la Universitat de Girona tiene más profesores de catalán que alumnos de lingüística catalana”.

Y otra segunda cuestión en la que se detiene en su columna de La Vanguardia, “es la denuncia de la emigración obrera de los años cincuenta y sesenta como instrumentos del franquismo para la colonización lingüística. Por más que se diga, como señoritos equilibrados, que fue involuntario, constituye la ofensa y la calumnia más desaforada de unos académicos paniaguados del poder ¿Hay alguno que dijera algo de la mafia pujoliana, no digamos del desfalco del Palau? O sea que la clase obrera que contribuyó de manera decisiva a la riqueza de Cataluña, explotada, mal pagada, en condiciones infrahumanas durante más de una década, resulta ahora el agente definitivo del franquismo contra Cataluña y su lengua. ¿No hay nadie que lo haya vivido y que desenmascare esta tropelía de reaccionarios?”.

Reaccionarios es un término suave porque Gregorio Morán también califica de “racistas” a entidades como Òmnium Cultural o la Assamblea Nacional Catalana. Un repaso también por la corrupción catalana que concluye con una dureza poco vista (y leída) en una Cataluña casi de pensamiento único: “¡Que gentes, presuntamente de izquierdas, lleguen a sostener que en este país flagelado por el paro, los desahucios, los recortes, las estafas, “quizá el principal problema sea la cuestión lingüística”, es que se nos han roto todos los cristales y de pura vergüenza no nos atrevemos a mirarnos a ningún espejo que nos retrate de cuerpo entero! Son ustedes, señores firmantes, unos neofascistas sin conciencia de serlo.

No es de extrañar que arda Twitter.