El PSOE guarda un dosier contra el PSC que si usa liquidará al indomable Iceta
El catalán está en el punto de mira de su partido a pesar de que ocho barones -todos pedristas- le han echado un capote pidiendo cambiar la abstención de todo el grupo por una de 11.
El derrocamiento de Pedro Sánchez como líder del PSOE puede acarrear en las próximas semanas una derivada anhelada desde hace tiempo por un sector del partido, el que ahora ha tomado las riendas tras la asonada liderada por Susana Díaz el pasado 1 de octubre. La relación con el PSC, una agenda pendiente desde hace muchos años, está ya claramente en revisión.
Y en las últimas horas, tras el Comité Federal de este domingo, se multiplican las voces que reclaman al presidente de la gestora, Javier Fernández, que actúe sin complejos contra Miquel Iceta y los suyos. El detonante: la rebelión de los catalanes y su anunciado voto negativo desoyendo el mandato "imperativo" del Comité Federal.
Pese a que ocho barones socialistas han salido este lunes en auxilio de Iceta reclamando a la gestora que permita la abstención técnica -la de sólo once diputados-, también de mismo lunes son dos durísimas críticas al PSC provenientes de lo más granado de la vieja guardia. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha lanzado este envenenado aviso a navegantes: "Para que haya un divorcio, sólo tiene que pedirlo una de las partes".
"Pierden votos constantemente en Cataluña y nos hacen perderlos en el resto de España", advierte Ibarra
Pero aún mucho más contundente ha sido uno de los veteranos más respetados en el PSOE, el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Ibarra ha reclamado a la gestora que rompa ya con los de Iceta porque, a su juicio, "están bajando en votos constantemente en Cataluña y nos hacen perder votos en el resto de España".
Por si fuera poco, el PSOE andaluz de Susana Díaz ha puesto en la diana al PSC, al que considera responsable del "delirio" último de Pedro Sánchez, la formación de un gobierno junto a Podemos, Esquerra y la antigua Convergencia. Una alianza para la que -según piensan los cercanos a Díaz- Iceta movió en varias ocasiones distintos hilos ocultando sus gestiones al Comité Federal.
Un documento en un cajón
El actual desafío frontal del PSC al PSOE no es el primero pero, por paradójico que pueda parecer, coge a Ferraz en mejor posición que en anteriores ocasiones. En algún cajón de la planta noble de la sede socialista existe un dosier elaborado entre 2005 y 2006 en el que la dirección socialista diseñaba su ruptura con el PSC para concurrir a las elecciones catalanas con sus propias siglas y candidatos elegidos por Ferraz. Uno de los dirigentes que recibió el encargo de sondear a las estructuras medias en Cataluña fue el exalcalde de Hospitalet y exministro Celestino Corbacho.
Toda la historia se remonta a la frase pronunciada por José Luis Rodríguez Zapatero el 13 de noviembre de 2003, cuando en un mitin del PSC dijo: "Apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catalán". Este compromiso derivó en un estatuto claramente anticonstitucional, en el Pacto del Tinell -que obligaba a los socialistas a no llegar a ningún tipo de acuerdo con el PP-, y en el tripartito que, liderado por Maragall (PSC), integraron Carod Rovira (ERC) y Joan Saura (ICV).
Guerra, Bono, Ibarra y Rubalcaba fueron los artífices del proyecto de divorcio con el PSC de Maragall
Esa clara deriva de los socialistas catalanes, que aún sigue vigente, aglutinó a una serie de dirigentes del PSOE críticos con Zapatero, entre ellos Alfonso Guerra, José Bono -que llegó a dimitir como ministro de Defensa por este asunto-, Alfredo Pérez Rubalcaba y Juan Carlos Rodríguez Ibarra.
El documento incluía una radiografía del electorado socialista en Cataluña, las corrientes de voto propias del PSOE y las más afines a la burguesía nacionalista del PSC y posibles candidatos con tirón que Ferraz podría presentar a las urnas. Pero el Estatuto fue "cepillado" en el Congreso -palabra textual de Guerra-, Pasqual Maragall abandonó el liderazgo del PSC y le relevó el charnego José Montilla.
Entonces, las aguas entre PSOE y PSC volvieron a su cauce y el documento quedó oculto en un cajón a la espera de un nuevo desafío. Tal vez sea ahora. Y sea el último.