Rajoy hace un guiño a Fernández y trata entre algodones a un PSOE desintegrado

Consciente de lo delicado de la situación que se vive en Ferraz, tal y como ha venido manteniendo en las últimas semanas, Mariano Rajoy optó este miércoles en su discurso de investidura por no perturbar aún más el tenso clima que se vive en el seno del socialismo (inmerso en una guerra fratricida entre defensores de la abstención y del "no es no") y optó por un discurso conciliador en el que destacó la nula alusión al PSOE, más allá de alusiones genéricas e indirectas. Lo más lejos que llegó Rajoy en su discurso fue a señalar que "en las últimas semanas ha habido cambios muy relevantes la situación política".

Puesto que dar las gracias al PSOE por la abstención sólo empeoraría las cosas para el presidente de la gestora, Javier Fernández, Rajoy hizo mención explícita en sus agradecimientos a Ciudadanos y a Coalición Canaria pero no quiso ni mentar a los socialistas, en línea con la actitud que ha venido manteniendo para no agitar aún más las revueltas aguas del PSOE.

Se espera además que sus respuestas a las intervenciones socialistas sean igualmente suaves y poco agresivas. Y es que, tal como señaló el líder del PP, se avecina un camino complicado y "si el gobierno está en minoría y no dispone por sí mismo ni de ninguna fortaleza ni de la estabilidad que España necesita tendrá que buscar colaboraciones para conseguirlas".

El presidente del Gobierno tendió la mano porque "tengo asumido que cada día tendremos que construir una mayoría para la gobernabilidad. Para eso necesitamos un gobierno abierto al diálogo. Eso es lo que ofrezco. Estoy dispuesto a negociar cuanto sea necesario todas las decisiones. Haré cuanto esté en mis manos para que podamos trabajar de forma conjunta por el bien de los españoles. No me faltará tiempo para escuchar ni atender las inquietudes de sus señorías. Tengan la total y absoluta certeza de que sabré interpretar lo que han dicho los españoles".