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La pericia de Soraya con el avispero catalán suma puntos en el tablero sucesorio

En el PP son muchos los que creen que si a la vicepresidenta le sale bien este reto tendrá una derivada interna de enorme importancia porque más de uno pondrá sus ojos en ella.

La vicepresidenta y Oriol Junqueras.

Publicado por
Charo Zarzalejos

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Después de semanas y meses de dificultad, el Partido Popular reconoce haber “encontrado un respiro”. Saben en Génova y en el grupo parlamentario que la legislatura va a necesitar de “mucha cintura”, pero los pasos dados hasta el momento indican que asuntos tan primordiales- calificados así por el propio presidente del Gobierno- como son los Presupuestos y el techo de gasto se dan como asuntos “casi resueltos”; al mismo tiempo que el acuerdo con Ciudadanos en lo que al capítulo de gasto se refiere está ya prácticamente rubricado. “Los escollos más serios se han ido salvando”, afirman en el PP.

Superados, o casi superados, estos trances, el asunto que de verdad ocupa y preocupa tanto en Génova como en La Moncloa es el “asunto catalán”. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, tiene plenos poderes para la que se prevé una larga y sutil tarea de acercamiento hacia la Generalitat que no tiene otra finalidad que “poner racionalidad a la situación sabiendo que hay y habrá sectores irreductibles, pero el diálogo se ha abierto y se mantendrá en el tiempo”.

Tanta importancia se le ha dado a la situación catalana que la vicepresidenta cuenta con despacho oficia en la Ciudad Condal y ha encontrado o buscado un gran aliado en el nuevo delegado del Gobierno, Enric Millo. De acuerdo con las fuentes consultadas por ESdiario tanto en La Moncloa como en Génova lo primero que hay que hacer “es rebajar tensiones que no conducen a nada, de manera que se pueda ir creando un microclima que favorezca un diálogo ya de por sí muy complicado porque hay líneas rojas que de ninguna manera el Gobierno se va a saltar. En este punto nadie se puede llamar a engaño, pero hay margen para el deshielo si hay voluntad por ambas partes”.

El hecho de que el PNV haya pasado del no rotundo a un “ya veremos” que en el fondo se llama cupo, la retirada o negociación de algunos recursos y garantías sobre el AVE. “Nada que resulte imposible”, se indica desde el grupo parlamentario en donde se ve con satisfacción, al igual que en Génova y La Moncloa, que Íñigo Urkullu, sin abandonar sus tradicionales reivindicaciones, se haya alejado, de manera definitiva, de jugadas similares a las de los secesionistas catalanes. Cataluña se convierte así en el asunto político más relevante.

En el PP nadie se atreve a echar las campanas al vuelo. Sí han detectado que “entre los propios catalanes que mantienen posiciones secesionistas empieza cundir el cansancio y los más sensatos estarían por una salida que no forzara ningún principio jurídico ni, por supuesto, constitucional. Pero vamos a ver… Soraya es una mujer extraordinariamente hábil, tiene muchísima experiencia, negocia y discrepa, si es el caso, sin hacer un ruido... ojo -indican- que la cosa le puede salir bien”.

En clave sucesoria

El PP en su conjunto y de manera especial su dirección está en buena medida inmerso en el Congreso nacional de febrero, en el que se prevé debate, “mucho debate”, pero al que se asiste con la cuestión de liderazgo resuelta, que “es muchísimo”. Sin embargo, y pensando un poco más allá del futuro inmediato, hay expectación de Génova sobre la gestión que Soraya Sáenz de Santamaría pueda hacer de la situación catalana. Porque son muchos los que creen que “si le sale bien será un éxito de todas las partes implicadas pero tendrá una derivada interna de enorme importancia porque más de uno pondrá sus ojos en ella cuando toque hablar de sucesión”.

Reconocen que “estas lecturas pueden parecer muy anticipadas, muy fuera de tiempo, pero ahí están”. Es obvio que la vicepresidenta no es una mujer de partido y como sostiene la mayoría “ella no tiene al partido”; pero si se trata, “cuando toque”, de pensar en alguien que siga ganando elecciones “sería absurdo no reconocer que Soraya tendría muchas papeletas a su favor”. De momento, y eso es más que constatable, tiene el apoyo y la plena confianza de Mariano Rajoy para manejar “el asunto más delicado que hay encima de la mesa” y a partir de ahí todos reconocen que si bien no es una mujer de partido “en ningún momento ha jugado en contra”. Con todo, a más de uno le hubiera gustado escuchar en las ruedas de prensa de los viernes o “en algún canutazo” una posición “más solidaria en momentos extraordinariamente difíciles para el partido”.

En la legislatura pasada, el Gobierno de Rajoy y el propio Rajoy han pasado ratos amargos que han tenido como consecuencia un serio desgaste. Sin embargo, nada de lo ocurrido le ha pasado precio alguno a la vicepresidenta. Quien desde su despacho, con su teléfono y la ayuda leal y eficaz de María Pico -“la ministra sin cartera” como la consideran muchos- “mueve el mundo y ha sabido actuar y posicionarse de manera que todos los males y desgastes hayan pasado por ella como la luz por el cristal. No reconocer -afirma un destacado dirigente popular- que todos nos hemos quemado un poco o un mucho sería absurdo, pero en el caso de Soraya nada de nada. Ni la crisis, ni el paro, nada, absolutamente nada le ha desgastado y eso no deja de ser un arte”.

El hecho de que ahora tenga menos visibilidad por no actuar ya como portavoz de Gobierno, lejos de restarle poder, le ha dado más. El hacerse con la responsabilidad de las cuestiones territoriales es tanto como “tener todo un ministerio. Rajoy no la ha debilitado como en algún momento pensaron algunos, todo lo contrario y el poder de verdad no está relacionado directamente con la visibilidad. Más bien lo contrario”.

Así las cosas, y en este momento de la legislatura, Soraya Sáenz de Santamaría es la “pieza fuerte” del Gobierno y como es joven “y tiene habilidad, paciencia, discreción y experiencia”, la expectación que levanta su gestión del asunto catalán se justifica no solo por el presente sino por el futuro que “aún está por llegar”. Con toda la prudencia que aconseja hablar del futuro son muchos, y algunos con mucho peso político, los que aventuran que un buen final de las negociaciones con la Generalitat, colocaría a Soraya en la parrilla de salida para, “cuando toque”, optar a La Moncloa.