La verdadera causa del divorcio entre FAES y Aznar con el PP de Rajoy y Soraya
“Tiene guasa que Montoro, tan fiel socio de la Fundación durante tantos años, haya sido el culpable de nuestra separación”, dicen los críticos que añaden: "no reconocemos a este Partido".
Era martes y 13 de esta pasada semana de diciembre. Diez años se han cumplido de la muerte, tras la tópica larga y penosa enfermedad, de unos de los referentes históricos del Partido Popular: Loyola de Palacio. En la iglesia ni un solo miembro del Gobierno, ni un solo dirigente del partido. Las ausencias dieron para muchos comentarios. A la salida del templo, uno de los asistentes, antiguo ministro de José María Aznar, sentenció: “Lo único seguro es que nosotros seguimos siendo de los nuestros”.
Ese mismo día un duro, inusual comunicado de FAES criticaba con indignación y sin tapujos a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría quien, aquella misma mañana, había admitido ante Carlos Herrera el error de no haber pactado con el Partido Socialista el recurso contra el Estatuto Catalán. El texto de FAES, escrito por la facunda pluma de Javier Zarzalejos, Zarzalejos el bueno, no fue consultado al Patronato de la Fundación recientemente constituido y formado por un grupo de notables, la mayoría de los cuales, según denuncia otro ex ministro: “Ya no nos reconocemos en este Partido Popular”.
Avisos como éste han molestado tremendamente en la dirección popular dentro de la cual el más moderado en la respuesta ha sido Rajoy que, haciendo gala de una extraordinaria habilidad (también de una humorada) gallega, se ha limitado a asegurar que la opinión de FAES “nos viene bien”. Otros como el secretario de Organización, Fernández Maillo, ha repetido en la ocasión el mismo argumento que el clan de los jóvenes vicesecretarios manejó, con los resultados conocidos, en el acoso y derribo de Rita Barberá”: “FAES ya no es el del PP”.
Y FAES por su lado se cierra en banda y asegura: “El documento no es de Aznar; es de FAES”. Ahora mismo la ruptura es total; partido y su antigua fundación no se entienden y se lanzan mensajes directos como éste que ahonda más en el juicio negativo a la vicepresidenta: “¿O sea, que la que la misma que nos animó a recoger firmas contra el Estatuto es la que afirma ahora que nos equivocamos?” y recuerdan, a mayor abundamiento, que Santamaría era durante el desarrollo de aquel episodio nada menos que secretaria de Política Autonómica del PP.
Quizá para que la tormenta no le pillara al descubierto, José María Aznar, puso esta semana aire de por medio y se marchó parece que a Londres y escribo “parece” porque los periplos del expresidente se sabe donde empiezan pero nunca donde terminan. Los que interpretan el estado de ánimo del jefe honorario del partido sugieren que “ésta es la tercera más gorda que le han hecho”. Y apuntan a las dos primeras: una, la inicial, fue el trallazo fiscal que su antiguo ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, le arreó en forma de una punición económica más bien brutal; otra, la reforma legal de las fundaciones que ha dejado a éstas muy al intemperie porque, también como aseguran en FAES: “¿Qué empresa privada nos va a hacer una donación si automáticamente va a ser revisada por el Tribunal de Cuentas?” Es el Estado metiéndose de hoz y coz en la sociedad civil.
El PP no se explica que el artífice de los acuerdos del “Majestic”, o sea los pactos entre Aznar y el pujolismo del 96, ponga reparos ahora a una estrategia de acercamiento a los denominados por el PP “nacionalistas reciclables”
El divorcio familiar entre PP y FAES tiene en este punto su razón principal, no se busquen, aunque las hay, mayores razones de discrepancia ideológica. “Tiene guasa que Montoro, tan fiel socio de la Fundación durante tantos años, haya sido el culpable de nuestra separación”, dicen los más críticos, los que denominan a su todavía compañero de partido el “Keynes de la derecha”.
Pero, al margen de estos lances de guerrilla partidaria hay que hallar en el nuevo rumbo que Rajoy, Sáenz de Santamaría y el PP han impreso a las relaciones con Cataluña, la clave de los desencuentros que, de seguir así las cosas, van a producirse en los próximos tiempos. El PP no se explica que el artífice de los acuerdos del “Majestic”, o sea los pactos entre Aznar y el pujolismo del 96, ponga reparos ahora a una estrategia de acercamiento a los denominados por el PP “nacionalistas reciclables”, es decir los independentistas no enrabietados como Mas, Puigdemont o el patético títere Homs, que empiezan a sospechar que el referéndum prometido lisa y llanamente no se puede celebrar y si éste es imposible ¿qué decir de la subsiguiente independencia?
En Madrid, comienza a sospecharse que en el propio Gobierno del paleto Puigdemont moran consejeros, tipo Santi Villa, que son de este juicio y que más pronto que tarde, van a tirar la mochila desarrapada de la CUP por el Mediterráneo más próximo, o sea la Barceloneta.
La deriva catalana, según FAES
Sin embargo en FAES dudan de que la conversión a la sensatez institucional pueda darse en los representantes políticos de la burguesía catalana. Es más: los dan por perdidos y además proclaman: “Es que se mofan de que el Gobierno de la Nación haya alquilado ahora un piso en Las Ramblas”. Lo más que conceden es una especie de mora por ver si el PP actual es capaz de explicar lo que intenta hacer en Cataluña.
En FAES son varios los que opinan que Cataluña camina directamente a una vasconización aunque por ahora sin violencia o, por lo menos, sin otra violencia, que ya es mucha, que no sea la recurrente quema de fotos del Rey o de la Constitución. Pero Rajoy está tranquilo. En realidad, es el único que está tranquilo. Su filosofía es simple: cargarse de razón y parece que esa es su lluvia fina, la que está calando, mal que bien, entre el público en general e incluso entre los partidos que le persiguen.
Ciudadanos, que tiene frentes abiertos por toda España, está perdiendo protagonismo en Cataluña pero insiste en que si la nueva estrategia del PP fracasa, ellos, los colaboradores de Rivera, no tendrán el menor empacho en apoyar la vía del Artículo 155 de la Constitución, eso sí, y según declara el más sensato de los naranjitos, el portavoz Villegas: “Antes de hacerlo hay que pensar bien cómo se hace y las consecuencias que tiene el hacerlo”.
No está mal dicho. Rajoy, ya se ve, empieza a tener mejor prensa entre los ajenos que entre los que fueron sus compadres de FAES, pero el caso le trae al pairo: él es el hombre tranquilo que se permite incluso advertir que la llave de las urnas la guarda en su despacho.