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Trillo, daño colateral de una operación de mayor calado: "cargarse" a Cospedal

La ministra de Defensa constata de primera mano, cómo se las van a gastar con ella las izquierdas y también, y esto es lo peor, sus enemigos/as que no rivales, dentro de su propio partido.

Dolores de Cospedal y Federico Trillo, en una imagen de archivo.

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Carlos Dávila

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Si en el 2012 Federico Trillo hubiera aceptado la oferta de Mariano Rajoy hoy no soportaría el sofoco que está padeciendo en su último retiro político de Londres. El presidente, ganador entonces por mayoría absoluta, le hizo una propuesta que Trillo sí pudo rechazar: la Presidencia del Consejo de Estado. El Consejo es el órgano consultivo más prestigioso, aunque bastante inane porque no tiene ejecutividad alguna, de la Administración en el que Trillo pudo sentirse como pez en el agua pues de ese Consejo, es letrado mayor tras una oposición que los juristas juzgan como la más importante, la más dura, la más elitista, y a la que acceden las escasísimas cabezas que son capaces de retener todo el Derecho. Todo.

Trillo educadamente pidió en aquel momento al jefe del Gobierno que cambiara esa propuesta por la de una gran embajada, concretamente la de Washington, pero ahí se encontró con la negativa del recién nombrado ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo que sólo consintió en cambiar el cromo y enviar al ex-ministro de Defensa a Londres a lidiar con el Gobierno de Su Graciosa Majestad. Trillo había sido exonerado entonces de toda responsabilidad legal en la tragedia del Yak 42 en la que perecieron sesenta y dos militares españoles que regresaban a casa después de haberse batido el cobre en Afganistán. La Audiencia Nacional, tras una instrucción de Grande Marlaska, no encontró pruebas contra Trillo y así éste pudo tomar un avión más seguro que el chapucero Yak para volar a la capital británica y ocupar la fastuosa Embajada de España.

Menos suerte que él tuvieron en los tribunales el general de Sanidad doctor Navarro y dos oficiales también médicos, tres excelentes profesionales que únicamente cumplieron en aquellos terribles días de mayo de 2003 con las órdenes de repatriar a toda prisa los cuerpos de las víctimas. El PSOE, en una de las piruetas más indignas que se pueden recordar, urgió al Gobierno a que acelerara el envío de los restos de los militares fallecidos para luego, repugnantemente, achacar a los responsables del regreso la ignominia de una negligencia letal.

El general Navarro, un extraordinario cardiólogo que era a la sazón jefe de la División Logístico Operativa de la Inspección General de la Sanidad Militar, fue condenado a tres años de prisión y a una multa estratosférica de trescientos mil euros: la sanción económica no pudo evitarla, de la cárcel le “salvó” su propia muerte. El doctor Navarro, especialista tantos años en el Hospital de Aire, falleció víctima de un cáncer agresivo. Antes también su mujer padeció la misma enfermedad y murió. El matrimonio no metabolizó ni la tragedia del Yak, ni la injusta condena penal, política y social a que fue sometido.

Dos gallos (no utilizo el femenino) no caben en el mismo corral, sobre todo cuando uno de ellos picotea sin cesar el lomo del otro. En todo este jaleo, Trillo es un actor secundario, la protagonista del encierro es Cospedal

Ahora Federico Trillo vuelve a España envuelto en otra polémica, él que siempre ha sido protagonista de mil controversias públicas de las que, hasta ahora, siempre ha salido incólume. Curiosamente, le están propinando al todavía embajador patadas que corresponden al tafanario de otros o de otras que de todo hay. La filtración del acuerdo unánime de la Comisión Permanente del Consejo de Estado que data del pasado octubre, se ha atribuido a dos fuentes diferentes: una, directamente a los manejos del que fue presidente del Consejo durante el quinquenio 1991-1996, Fernando Ledesma es ahora consejero permanente desde 2009.

Ledesma veranea en el Consejo que le ha suministrado a El País el arma que el PSOE ha utilizado directamente no contra Trillo, que éste ya es caza menor, sino contra la ministra actual de Defensa, Dolores de Cospedal que, ¡fíjense qué relación puede tener con el accidente del Yak!, y que estos días constata de primera mano, cómo se las van a gastar con ella las izquierdas maltrechas del país y también, y esto es lo peor, sus enemigos/as que no rivales, dentro de su propio partido, alguno de los cuales enreda con zafiedad meliflua y proclama la incompatilbidad de la ministra con la Secretaría General del PP. Ahí está la clave.

Lo importante es que unos y otros, los usuarios de Ledesma (el “nefasto Ledesma” del primer Gobierno de Felipe González) y los barreneros/as del PP le van a dar el té de las cinco a Cospedal que en estas fechas sufre además, la enésima maniobra urdida contra su marido a cuenta de una escándalo que ni siquiera sus propaladores han logrado explicar muy bien en qué consiste. Y es que en la derecha de España hay muchas sorpresas “sorprendentes” porque, ¡atención, preguntas!: ¿Hubiera consentido el citado Ledesma en sus tiempos de presidente del Consejo de Estado que un ponente resucitara un asunto judicialmente resuelto hace casi catorce años? ¿Hubiera permitido Ledesma una filtración tan burda como la que ha beneficiado a El País? ¿A qué no? Pues bien: a Romay Beccaria le han metido un gol por toda la escuadra y él no hace otra cosa que lamentar que “estas cosas sucedan en su sitio como éste”, un sitio por cierto donde también habita, hay que recordarlo, la vicepresidenta de Zapatero, Fernández de la Vega. Pero, vamos a ver: ¿en qué espacio virginal ha aprendido política española el señor Romay? ¿De qué se asombra?

Las izquierdas tienen que aprovechar cualquier resquicio para salir de su depauperada situación. El PSOE de su miserable atolladero repleto de dislates endógenos, y Podemos de su abyecta política soviética plagada de purgas por ahora civilmente solventadas. Están a la vuelta de la esquina los congresos de los partidos, de todos los partidos, también de Ciudadanos en el que ya solo moran abrazafarolas de Rivera, pero en esta situación lo que más importa es socavar la solidez del PP, algo de lo que también se ocupan con singular destreza algunos dirigentes del partido de Rajoy.

Este deja hacer pero sabe que casa con dos puertas mala es de guardar y que dos gallos (no utilizo conscientemente el femenino) no caben en el mismo corral, sobre todo cuando uno de ellos picotea sin cesar en el lomo del otro. En todo este jaleo, ya lo he escrito, Trillo es un actor secundario, la protagonista del encierro es Cospedal.

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