Estalla la gran bronca entre los dos principales abogados de la Infanta Cristina
Las desavenencias entre Miquel Roca y Jesús María Silva vienen de lejos; sus choques, también. Y el recurso que finalmente no presentarán ante el Supremo ha sido la última gota del vaso.
La primera incógnita sobre el siguiente paso que darán los exduques de Palma tras la condena del caso Nóos ha quedado despejada. El abogado de abogados de la Infanta, Miquel Roca, ha anunciado que Doña Cristina no quiere que su defensa recurra ante el Tribunal Supremo la multa de 265.000 euros que le impuso la Audiencia Provincial.
"No hay recurso, no hay necesidad", según Roca. "Todo el mundo podrá entender que en este momento su principal preocupación sea la situación de su marido -condenado a seis años y tres meses de cárcel- y no la suya propia", ha explicado.
La decisión última ha sido de la hermana de Felipe VI, y no hay más que hablar. No obstante lo que no ha contado Roca es que hasta que la Infanta ha hablado en el despacho de abogados se había abierto un intenso debate sobre qué era mejor hacer.
En el equipo de seis letrados que se ha encargado de la defensa de Doña Cristina (el propio Roca, Jesús María Silva, Pau Molins, dos abogados más de Barcelona y un sexto de Palma) había dos posturas enfrentadas.
Una de ellas abanderada por el propio Roca, según el cual era mejor no recurrir. Y otra capitaneada por Silva, para el que convenía recurrir. Según él y otros abogados de la Infanta Manos Limpias no tenía legitimación para haberla acusado, y por tanto convenía dar ese paso.
En realidad las tensiones entre Roca y Silva vienen de lejos, hasta el punto de que ya en 2013 se especuló con la ruptura de su sociedad, que habían creado meses antes para la defensa de la hija de Don Juan Carlos. Al parecer ambos chocan constantemente, no hay ningún feeling entre ellos y las broncas son constantes.
Cómo será que el propio Silva dejó caer hace unos días a algunos periodistas que no había un criterio unánime en la defensa, y era sólo la punta del iceberg. No obstante después de días de tira y aflojas, la Infanta ha cortado de un plumazo el debate interno.