Los tres mandamientos contra el terror que España ha enseñado al mundo
Mientras ETA trata de disfrazar de desarme su derrota a manos del Estado, el yihadismo vuelve a hacerse presente en Europa. Conocemos al enemigo. Y tenemos los instrumentos para su combate.
En menos de una semana todos los medios de comunicación hemos dado constancia de que ETA reconoce su derrota definitiva y, por desgracia, del nuevo golpe macabro del terrorismo yihadista, que ha vuelto a matar en suelo europeo: otra vez Londres, como antes lo hizo en Madrid, París, Niza, Bruselas o Berlín.
Dos desafíos a la libertad, a la convivencia democrática, a la civilización y a unos valores, los “occidentales”, que en uno y otro caso son objetivo de los terroristas: asesinar, aniquilar, aterrorizar a quien no piensa como ellos, a quien se resiste a vivir sometido a su tiranía. La marxista independentista en el caso etarra o la sharia fundamentalista que los terroristas islamistas tratan de imponer al mundo civilizado.
Antes que nada, una premisa: poco o nada tienen que ver ambas lacras más allá de su objetivo criminal final. Pero, y en esto coinciden todos los expertos, del largo y dramático combate y posterior derrota de ETA -¡cuánta sangre inocente derramada en vano!- podemos extraer algunas conclusiones para enfrentar el nuevo pulso terrorista que amenaza Europa.
Primera: en ninguno de los casos debemos hablar de "guerra". Al menos en el sentido de que no hay bandos. Sólo víctimas y verdugos. Buenos y malos. Y este relato es eficaz mantenerlo vivo, puesto que consolida precisamente el imprescindible rearme moral de quienes combaten el terrorismo en cualquier momento.
Ahora que ETA busca un golpe de efecto propagandístico es más importante que nunca escribir el verdadero "relato" de décadas de ignominia.
Segundo: la amenaza nos compete a todos. Durante muchas décadas, es cierto, una buena parte de la sociedad vasca miró hacia otro lado. Unos por complicidad con los terroristas, otros, simplemente, por miedo. Y fue el silencio el arma de la que demasiadas veces se valieron los terroristas contra los demócratas.
Por eso, ahora que ETA ha anunciado su intención de desarmarse -aunque lo exigible es que se disuelva definitivamente y colabore con la Justicia en el esclarecimiento de sus crímenes pendientes- es más importante que nunca escribir el verdadero "relato" de décadas de ignominia.
Aprender de los errores del pasado es la mejor vacuna para evitar repetirlos. Por eso, en cada colegio, “ikastola” o instituto, durante las próximas décadas, las nuevas generaciones deben saber lo que realmente ocurrió. Sin equidistancias a la hora de explicarlo. Sin operaciones asépticas. Teniendo presente que cuando de lo que se trata es de estar con los que aprietan la pistola o con los inocentes que mueren por el mero hecho de estar con la libertad y la ley, ser neutral es una inmoralidad.
Y las víctimas, tanto tiempo sometidas al desinterés, cuando no al desprecio de muchos, deben obtener lo único que piden en su inmensa generosidad: “Memoria, Dignidad y Justicia”.
La dramática enseñanza del 11-M
Y tercero: la Policía y la Guardia Civil han sido pioneros en Europa en adaptar su experiencia, preparación y recursos en el combate contra ETA a la lucha contra el terrorismo yihadista de nuevo cuño.
Y han extraído lecciones valiosísimas tras nuestro terrible 11-M. No estamos ante una amenaza local. Debemos tenerlo claro. Los terroristas, en muchos casos, han crecido entre nosotros. Sí. Pero se mueven y colaboran en todo el mundo. De ahí que las fuerzas y cuerpos de seguridad tengan que hacer lo mismo.
Los asesinos, organizados bajo el auspicio de Al Qaeda o Daesh o los llamados "lobos solitarios", deben saber que las víctimas de este miércoles en Londres son las víctimas de toda Europa. Que sus golpes en cualquier país son, en realidad, atentados contra todo un continente impregnado de una civilización cuya razón de ser es la libertad, la democracia, la tolerancia y el respeto a los derechos humanos. Y que la mejor respuesta ha sido la que han dado los ingleses este jueves: un país que, a pesar del dolor, se ha levantado para seguir su marcha con toda normalidad.
Como contra ETA, el combate al yihadismo precisa de unidad, trabajo preventivo de inteligencia, colaboración internacional y fortaleza policial
De hecho, la ejemplar reacción de los ciudadanos ante cada una de las horribles masacres perpetradas durante la última década en capitales europeas es el mejor antídoto para combatir el terror. Por más que los yihadistas traten de confundirnos dividiendo esas mismas sociedades europeas al alimentar el extremismo con sus crueles y asesinas acciones.
Pero ni en el populismo ni en el buenismo progresista de cierta izquierda, que siempre prefiere culpar del terrorismo islamista a los “errores” de los propios países occidentales antes que a los asesinos, van a derrotar a estos nuevos sanguinarios.
Esto debemos tenerlo muy presente. Como contra ETA, el combate al yihadismo precisa de unidad, trabajo preventivo de inteligencia, colaboración internacional y fortaleza policial… Y, también, coraje para defender nuestros valores superiores: libertad, respeto al distinto, tolerancia, democracia. Esa es nuestra enorme ventaja sobre la barbarie.