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Rajoy y Cifuentes dejan a su suerte a Aguirre acorralada por la presión

Los rumores sobre su retirada definitiva circularon durante toda la tarde, pese a los intentos de su equipo por frenarlos. Sobrevivió a la caída de Granados pero, ¿y a la de González?

Cifuentes está harta de tragarse sapos y ranas de Aguirre, parafraseando a ella misma.

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El estallido de la Operación Lezo sólo 24 horas antes de la declaración de Esperanza Aguirre como testigo en la Audiencia Nacional en el marco del Caso Gürtel ha dirigido todas las miradas hacia ella.

Desde bien temprano este miércoles Ahora Madrid, el PSOE y Ciudadanos unieron sus voces en el Ayuntamiento de la capital para pedir a la portavoz de los populares en el Consistorio que dimita.

Pero más significativo que eso fue el silencio sepulcral mantenido por el PP de Mariano Rajoy y el PP de Cristina Cifuentes. Esta última especialmente harta de tragarse sapos y ranas -parafraseando a su antecesora- del aguirrismo.

Abandonada a su suerte, a primera hora de la tarde empezaron a circular rumores sobre su inminente dimisión como portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid, su último fortín.

Aunque ella guardó silencio durante todo el día, su entorno se apresuró a desmentir tales informaciones, a la espera de que la propia Aguirre hable este jueves a la prensa cuando acuda a la Audiencia Nacional a testificar.

La exlideresa pudo sobrevivir a la caída de Francisco Granados, quien fuera su secretario general en el PP de Madrid. Pero, ¿y a la de González, su hombre de confianza desde 2003 y por el que sacó la cara cuando apareció el caso de su famoso ático de Estepona? El mismo al que los investigadores sitúan ahora al frente de una "organización criminal" montada en el Canal de Isabel II.

Al menos hasta antes de la Operación Lezo, Aguirre quería ya no sólo terminar esta legislatura en el Ayuntamiento de Madrid, sino presentarse a otra. De hecho en su discurso de despedida como presidenta del PP de Madrid en el Congreso que el partido celebró en marzo insinuó su intención de ser candidata al Consistorio en 2019, por segunda vez.

Sin embargo, ahora las dudas de que pueda seguir adelante se multiplican; y la presión también. En La Moncloa y en Génova 13 sólo esperan de ella su dimisión.