Tragedia en el PSOE: Sánchez no encuentra un "hombre bueno" para presidirlo
La guerra interna ha sido tan virulenta que su líder está ahora comprobando que no hay un dirigente histórico y respetado por las bases que haya sido neutral. Y necesita al menos a uno.
Pedro Sánchez ultima la composición de su nueva Ejecutiva Federal bajo dos premisas: "Confianza y competencia". Con la dramática experiencia de lo sucedido durante su defenestración como secretario general del PSOE, el reelegido líder ya adelantó hace una semana que prescindirá de los barones en su dirección -desterrados al secundario Consejo Territorial- y busca rodearse de aquellos fieles que no sólo le acompañaron cuando fue desalojado de Ferraz sino que además han sido el grueso de su candidatura en las primarias.
Pero hay un cargo, mucho más simbólico que orgánico, que está dando al máximo dirigente socialista más quebraderos de cabeza de lo esperado: el del nuevo presidente del PSOE. Y es que Sánchez no olvida y está marcado por lo que sucedió el 28 de septiembre del año pasado cuando Susana Díaz y sus barones aliados forzaron la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva del entonces secretario general.
Entre estas dimisiones hubo una que Sánchez asumió como una "traición", la de la entonces presidenta del partido, Micaela Navarro, quien se prestó al complot pese a que su cargo simbólico debía representar a todos los sectores del partido. Y su sucesor debe ser ahora el aglutinador de una partido dividido en dos.
De hecho, la elección de Navarro -una histórica del PSOE andaluz que ya estuvo en la primera ejecutiva de José Luis Rodríguez Zapatero- se interpretó entonces como un gesto de agradecimiento de Sánchez a Susana Díaz, en aquel tiempo aliada decisiva para que aquel se impusiera a Eduardo Madina en julio de 2014.
Dado ese carácter simbólico e institucional del cargo de presidente -ocupado durante décadas por Ramón Rubial y en tiempos de Zapatero por Manuel Chaves y José Antonio Griñán-, Sánchez busca un nombre del perfil requerido que no haya quedado marcado por la cruenta guerra civil del último año.
Pero su problema es que la mayoría de socialistas históricos, hombres buenos o referentes incuestionables entre las bases se enrolaron todos en el susanismo. Los dos expresidentes socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, el exvicepresidente Alfonso Guerra, todos los exsecretarios generales y varias decenas de exministros se alistaron contra el nuevo secretario general.
"Basta ver las tres primeras filas del acto en el que Susana presentó su candidatura en Madrid para darse cuenta que no hay un socialista respetado por todos que haya sido neutral", afirma a ESdiario un diputado afín a la lideresa.
Este lunes, se supo que Sánchez ha ofrecido a Patxi López integrarse en su nueva Ejecutiva. En el PSOE pedrista algunos hablan de la figura de exministro Josep Borrel, junto a Cristina Narbona, Carmen Calvo y Beatriz Corredor, los únicos exministros que militaron desde el principio en el sanchismo.
Descartados los barones o algún histórico que se ha declarado más o menos neutral, como el expresidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Sánchez sabe que encontrar un "hombre o mujer" respetado por todos los socialistas va a ser complicado. En ello está.