La emboscada que Sánchez e Iglesias tienen preparada al PP al volver del verano
El enemigo, que no el rival, es la derecha. Se trata de reeditar el Pacto del Tinell e impedir que todo lo que suene a libertad sea proscrito. El PP no se toma en serio que está en peligro.
Sin ambages: lo que se prepara es el Frente Popular. Si no es Popular es porque el adjetivo está políticamente gastado; se podría denominar “Izquierdista”, “De Izquierdas” o incluso, ingeniosamente, adoptar el nombre de su mecenas ideológico: Vladimir Lenin. No quedaría mal así: directamente para el pueblo: “Frente Vladimiro”. Aún, cuando se escribe lo que este cronista está denunciado, algunos timoratos, pusilánimes o estúpidos, se mesan los cabellos y proclaman. “¡Qué barbaridades dice este facha!”.
Hace unos días en un programa de televisión sucedió exactamente lo que narro: dos periodistas bienintencionados que unos minutos antes habían asimilado la ola antiturismo que nos invade con los arrebatos terroristas de la CUP en Cataluña, de los renacidos borrokas en el País Vasco y Navarra, y de indigentes de todo jaez en muchos otros lugares de España, se conmovieron ante la denuncia de apertura de un Frente Popular que, convencido de que su paso por las urnas democráticas, nunca le va a llevar a La Moncloa, está empezando a realizar un ensayo general con casi todo para remover España de arriba abajo. A este respecto contaré que un antiguo miembro de aquella coalición catalana que ahora tanto se añora “Convergencia i Unió” señalaba a quien quisiera oírle algo tan grave como esto. “Están deseando un muerto; es más lo están intentado provocar”.
Naturalmente se refería a los inquietos chicos y chicas de la CUP, unos desarrapados de “cuanto peor, mejor” que se han sumado a la huelga de los irresponsables de la seguridad del Aeropuerto de Barcelona y que, a mayor abundamiento, son los artífices de la campaña antivisitantes que está destrozando Barcelona y Cataluña entera. Lo que está sucediendo en este agosto tan irregular no es otra cosa que una preparación embrionaria de lo que se pretende estallar a partir del día 2 de octubre cuando se compruebe que la patraña del referéndum se queda solo en la ambición de unos desnortados burgueses separatistas y sediciosos que se han quedado en las garras rufianescas de la CUP.
Esto de aquí no es que sea el anticipo, es sencillamente un trágala para que los ciudadanos empiecen a acostumbrarse a un pacto general para toda España
Tan solo hace un mes que algunos cronistas como el que suscribe anticipan, con cierta alarma, que los tipejos estos de la gasolina que ahora “okupan” el Parlament catalán tenían como pretensión inmediata invadir centros oficiales o instalaciones tan decisivas como los aeropuertos o las estaciones ferroviarias. De nuevo ciertos bienpensantes se acariciaban las guedejas ante tamaño asunto y gritaban. “¡Eso es imposible, a eso no van a llegar!”. Y añadían con su sensatez acostumbrada. “¿Pero tú sabes -me decían- lo que significa paralizar por ejemplo El Prat?”. Pues ya lo estamos viendo.
Estamos viendo que el grupo de insidiosos que se oponen a cualquier arreglo está muy probablemente infestado de militantes de las CUP o de Podemos y que este último partido no solo no se está enfrentado contra la subversión sino que la está alentando. Mientras, el PSOE se da el morro de forma bochornosa con los discípulos de Pablo Iglesias en el Gobierno de Castilla-La Mancha tras haber suscrito un acuerdo por el cual Jorge García Molina, el vicepresidente de la nueva Junta, un sectario de manual pero de maneras aparentemente corteses, se ha quedado nada menos que con toda la supervisión económica y política de las actividades de todas las consejerías. Es decir que en adelante no se moverá un euro, ni se formalizará una decisión sin que el citado Molina firme su “nihil obstat”.
Su artificial jefe, el superviviente Page, se ha apresurado a decir que lo de su región no tiene por qué extrapolarse a España entera, pero miente: el pacto con Podemos en esa región no hubiera sido posible sin que Iglesias y Sánchez no lo hubieran acordado muy concretamente. Un diputado del PP regional advierte: “Esto de aquí no es que sea el anticipo, es sencillamente un trágala para que los ciudadanos empiecen a acostumbrarse a un pacto general para toda España”. O sea, sin perdón: el Frente Popular, o el acuerdo "Vladimiro".
A machacar al PP
Ante esto, ¿qué se puede esperar de los partidos democráticos? De Sánchez y del PSOE, absolutamente nada. Están en el Frente y no para echar a Rajoy de La Moncloa; no se engañe nadie: no Pablo ni Pedro se conforman con eso, su escenario es otro. Su propósito es expulsar al Partido Popular, a cualquier miembro del Partido Popular del poder, se llame el líder como se llame. A Núñez Feijóo no le han empezado a tocar entre otras cosas porque está muy reciente el estrepitoso fracaso que el PSOE de Sánchez y el Podemos de Iglesias cosechó en las pasadas elecciones autonómicas, pero iniciarán su acoso y derribo en mismo instante en que presuman, si eso sucede que está por ver, que el actual presidente de la Xunta puede ser el relevo natural de su paisano Rajoy.
El enemigo, que no el rival, es la derecha. Se trata simplemente de reeditar el Pacto del Tinell e impedir que todo lo que suene a libertad sea definitivamente proscrito. El Partido Popular parece que no se está tomando definitivamente en serio este gran peligro, desde luego quien ni siquiera se lo plantea es Ciudadanos que, dirigido por un líder cada vez más prepotente, coincide con la ultraizquierda, Sánchez e Iglesias, en la idea insobornable de expulsar a Rajoy, es decir al PP, del Gobierno y de lo que haga falta.
En el PP, según se aventa tras la intervención en el Aeropuerto de El Prat, se está iniciando una etapa en que la terminología jurídica impecable de Soraya Saénz de Santamaría va siendo sustituida por la eficacia de la política específica que ya ha anunciado Rajoy. Este cambio debería traer por añadidura una modificación radical de la política en cuatro campos concretos: la comunicación, Cataluña, la corrupción y, desde luego, la asfixia fiscal que está haciendo que cientos de miles de contribuyentes, no hay exageración, huyan de todo lo que significa Montoro y sus policíacos (no siempre la Policía es buena) muchachos de la técnica abrasiva.
Ante la hecatombe que se avecina con el Frente “Vladimiro” en pie de guerra, hay una sola cosa que no resulta inteligente: darse por no enterado, porque “estas cosas no nos van a pasar a nosotros”. Bueno, pues ya están pasando.