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El Parlament asiste al inicio del fin de Puigdemont tras su error de cálculo

Han pecado de soberbios, han roto la convivencia en Cataluña y han puesto al límite las costuras del Estado de Derecho. El camino emprendido este martes sólo puede llevar a comicios. Sin él.

Puigdemont firma una declaración de independencia que previamente había suspendido.

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El enorme trampantojo con el que Carles Puigdemont y Oriol Junqueras habían creado la ilusión óptica de que la independencia de Cataluña en el año 2017 era posible se desplomó este martes en el Parlament pasadas las siete de la tarde.

Acorralado por el Estado de Derecho, el presidente de la Generalitat se echó para atrás y en una pirueta sin precedentes dio por suspendidos los efectos de una declaración de independencia que hay serias dudas de que llegara a hacer durante su discurso. Aunque luego estampara su firma en una declaración sin ninguna validez jurídica.

Para La Moncloa sí hubo declaración, pero no para los dos millones largos de catalanes que este miércoles se despertarán, como canta Joan Manuel Serrat -otro traidor por no pensar como ellos-, chupando un palo sentados sobre una calabaza. No había carroza.

En un intento por enmascarar la derrota sin paliativos del independentismo, y sobre todo por evitar que la frustración de sus seguidores acabe en disturbios en las calles de Cataluña, Òmnium y la ANC expresaron su conformidad con la hoja de ruta de Puigdemont.

Éste apeló a un diálogo bilateral con el Gobierno, de tú a tú. Y con la mediación de la Unión Europea nada menos. Pero no lo habrá en esos términos.

Este martes quedó demostrado que la Generalitat no está en condiciones de exigir nada, y menos después de verse obligado a liberar a los millones de rehenes que tenía: la Cataluña no independentista, la mayoría silenciada durante años que el domingo salió a la calle a decir basta.

El camino emprendido por Puigdemont sólo puede conducir a la convocatoria de elecciones anticipadas, probablemente sin la concurrencia de los principales actores de esta ópera bufa. O al menos sin Carles Puigdemont, tan abrasado a estas alturas como acabó el inhabilitado Artur Mas.

La lista de cadáveres políticos del procés no deja de crecer. Y todos son del mismo lado.

Él, Francesc Homs, Joana Ortega, Irene Rigau, puede que Josep Lluís Trapero no tardando... la lista de cadáveres políticos del órdago catalán no deja de crecer, y todos son del mismo lado, el independentista.

Pensaron Puigdemont y Junqueras que su plan sería letal para Mariano Rajoy, y se encontraron con un frente común de él, Pedro Sánchez y Albert Rivera en defensa de la Constitución con el que no contaban.

Ése fue su gran error de cálculo, creer que el PP se quedaría solo tratando de preservar la unidad de España desde la debilidad de un Gobierno en minoría. Pero España es mucho más que su Gobierno.

Han pecado de soberbios, han roto la convivencia en Cataluña y han puesto al límite las costuras del Estado de Derecho. Tras lo de este martes en el Parlament habrá respuesta del Gobierno, la duda es cuál. Está por ver dónde está la proporción para Mariano Rajoy en este momento.

Por lo pronto este martes el presidente se vio con Sánchez y este miércoles ha convocado un Consejo de Ministros extraordinario y por la tarde comparecerá en el Congreso. La pelota sigue rodando.

Puigdemont en su intervención en el Parlament.