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155 firme e impecable: el Estado desarma a los golpistas y libera Cataluña

Rajoy será presidente de la Generalitat de Cataluña y “mayor” de los Mossos. El Gobierno está tranquilo en lo que cabe tras este 21 de octubre, tan histórico como imprescindible.

El Consejo de Ministros de este sábado.

Publicado por
Carlos Dávila

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El viernes por la tarde, toda la tarde, aún Miquel Iceta, primer secretario de los socialistas catalanes, intentaba una mediación a la desesperada para que el todavía -le quedan días o incluso horas- presidente de la Generalitat de Cataluña se aviniera a convocar elecciones generales para así ahuyentar la realidad del 155 de la Constitución.

Fue inútil. Quizá ignoraba Iceta que ya en las primeras horas de esa tarde el diario El País tenía la filtración con la que el sábado sorprendió a propios y extraños: la seguridad de que unas horas más tarde Mariano Rajoy iba a acordar con sus ministros elevar al Senado la destitución de todos los consejeros de la Generalitat, incluido su jefe, Carles Puigdemont.

En el Partido Popular, no en el Gobierno que para estos menesteres permanece en silencio como un difunto, responsabilizan de este regalo periodístico al PSOE y en el PSOE hacen lo contrario, aunque bien es cierto que vuelcan toda la culpabilidad sobre las más altas instancia del Gabinete de Rajoy.

Sea como fuere, Iceta llegó tarde pero las últimas noticias es que no desmaya y de aquí al próximo viernes 27 realizará un intento, dos o los que le vengan en gana para revocar el conflicto, porque en el PSC, no así en el PSOE, no dan el partido por perdido y creen que el presidente catalán no tiene otro remedio que escucharles.

Iceta, siempre en contacto directo con Sánchez al que considera “un irreprochable hombre de Estado”, ha conocido de largo las dudas, las vacilaciones que el PSOE ha tenido durante el premioso proceso que ha desembocado en el 155.

El Gobierno, tranquilo en lo que cabe tras este histórico 21 de octubre, reconoce el apoyo del PSOE pero se queja, bien es cierto que matizadamente, de lo mucho “que nos ha hecho sufrir el PSOE en todo este tiempo”. No hablan de Ciudadanos a los que sólo imputan unas prisas desmesuradas para hacer de Inés Arrimadas la primera mujer presidenta de la Generalitat.

Ahora mismo las presiones sobre la cabeza de Puigdemont serían insoportables para cualquiera que, como él no se haya vuelto literalmente tarumba en su camino hasta la autodestrucción propia y, desde luego, de Cataluña. Su única solución es la independencia unilateral y las elecciones anticipadas pero ni siquiera esa vía le conduce a parte alguna. O sí: le conduce directamente a presidio.

Puigdemont está entre la espada y la cárcel, por no hablar de las presiones

Si llama a las urnas basándose en la Ley de Transitoriedad, más falsa que una moneda de Judas y denunciada como ilegal por el Tribunal Constitucional, su iniciativa será vetada y se quedará sin efecto por la consiguiente resolución del Gobierno de Madrid; pero es que si apoya en la legislación española quedará definitivamente desautorizado por su propia gente y reconocerá así la vigencia de dicha legislación y por tanto de nuestras normas constitucionales y hasta de las estatutarias catalanas.

Peor lo tiene si le ataca el virus de la ufanía y declara la independencia, porque si ello sucede se le acusará sin más ambages de rebelión y dará con sus huesos en cualquier cárcel española. Las informaciones que ahora mismo se conocen relatan que Puigdemont da por sabido su encarcelamiento, que ha enviado a su familia a Rumanía -país natal de su mujer- y se ha parapetado en el domicilio social de la Generalitat donde se cubre con la élite de los Mossos, una cuadrilla de “Geos” de lo más fornido que probablemente serán los que, si llega el caso, recibirán a los colega que lleguen para detener al president. No harán falta muchas gestiones judiciales porque ya hemos escrito que el auto de prisión está redactado por lo menos desde hace quince días.

Rajoy ha dado el paso al que muchos le urgían más desde al desesperación y la antipatía política que desde a reflexión que exige y exigía dar pasos de plantígrado para no dar ni uno en falso, y en esta tesitura puede estar recobrando la confianza de muchos españoles que, al fin, lo que estaban deseando es que se acabara de una vez con esta parodia trágica desenfundada por orates sin escrúpulos.

En días o en horas porque el Senado puede acortar los plazos y abrir su Pleno si es que al vesánico gerundense se le ocurre proclamar la independencia. Rajoy será presidente de la Generalitat y “mayor” de los Mossos, eso sí con creciente disgusto en la calle y con la perspectiva de un problema que no va a solucionar ninguna medida como las adoptadas este sábado.

Como suele decir el ex-ministro Borrell, tan celebrado por los españoles en estos días: “La situación es de una gravedad secular e histórica” y añade: “... y cuidado: puede ser que los Mossos no obedezcan, que si Rajoy convoca elecciones los independentistas no participen en ellas y que se instale un caos que es el caldo de cultivo que calienta Puigdemont para que Europa no tenga más remedio que intervenir”.

Y por cierto, una coda sugestiva: ¿Los seis meses de plazo para las elecciones que este sábado anunció Rajoy pueden ampliarse? En el Partido Popular de Cataluña piensan que sí, que sí hasta que definitivamente se estabilice la situación. Todo un deseo que en estos momentos parece muy lejano.

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