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Urgandarin y Felipe VI, culpables: la Infanta Cristina precisa ayuda psicológica

No es un secreto que las relaciones en la Familia Real están rotas, sobre todo entre los dos hermanos. Muchos culpan a Doña Letizia pero la realidad es muy distinta a lo contado hasta ahora.

El matrimonio Urdangarin y el entonces Príncipe, en una imagen de archivo.

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Cuentan las personas más cercanas al entorno de la Infanta Cristina que lo está pasando realmente mal. Tanto que desde hace algunos meses precisa de atención y ayuda psicológica para tratar de superar algunos traumas que le hacen muy complicado, casi imposible, superar el día a día. Alejada de su familia por cuestiones judiciales, Cristina de Borbón está atravesando unos de los peores años de su vida por culpa de su situación familiar extrema, pero también por una especie de síndrome del “móvil que no suena”, tal y como explican a ESdiario desde el entorno más cercano a la Infanta.

Y es que desde que trascendiera mediática y judicialmente el caso Nóos y, sobre todo, tras ser apartados de los actos oficiales de la Casa Real y su posterior retirada del Ducado de Palma, la Infanta no solo ha visto como se esfumaba por completo su agenda oficial sino que también ha visto reducida a la mínima expresión su vida social. “Está prácticamente confinada y eso es muy difícil de afrontar para ella”, explican a ESdiario fuentes próximas al matrimonio Urdangarin.

La disputa entre el Rey e Iñaki

Las relaciones familiares están rotas desde hace tiempo. Su madre, la Reina Sofía, la visita en contadas ocasiones hasta su residencia actual en Suiza. Su hermana, la Infanta Elena, y sus sobrinos mantienen contacto telefónico con ella. Poco más. El Rey Felipe VI y doña Letizia no le dirigen la palabra. Y no es por culpa de la Reina, como muchas veces se ha contado, el verdadero motivo (más allá de lo obvio por la delicada situación de Iñaki tras ser condenado) es un fuerte enfrentamiento personal entre el Rey y el exduque de Palma.

Según las fuentes consultadas, una fortísima discusión producida por la imagen pública que transmitía Urdangarin entre lujos, Palacete de Pedralbes y un acelerado tren de vida que “espantaba” a un entonces recién coronado Monarca que quería dar un giro drástico a su reinado y huir de lujos, ostentaciones, líos y excesos. En el origen de esa gran bronca personal está el inicio de una ruptura familiar que está a punto de cumplir su cuarto año. Y que tiene pinta de ser definitiva.