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Arrimadas gana unas elecciones que consagran la división de dos bloques

A pesar de ello Junts per Catalunya, ERC y la CUP alcanzan la mayoría absoluta y con ello dan por legitimado en las urnas -falsamente- su órdago al Estado y a la Constitución.

Inés Arrimadas celebrando el resultado.

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El procés. La secuela. Así podría titularse la película que, salvo sorpresa mayúscula, va a protagonizar Cataluña en los próximos meses; y años.

A pesar de la histórica victoria de Inés Arrimadas en las elecciones de este jueves, el independentismo logró superar la barrera de los 68 escaños, la de la mayoría absoluta. Y con ello dar por legitimado en las urnas -falsamente- su órdago al Estado y a la Constitución.

Ni la fuga de empresas, ni el vacío de la comunidad internacional, ni la aplicación del artículo 155 de la Carta Magna... nada ha podido desmotivar ni desmovilizar a los independentistas, que no obstante esta vez tendrán enfrente a una Arrimadas muy fuerte y a un electorado constitucionalista que ha perdido el miedo a reivindicar en la calle su derecho a sentirse igual de españoles que de catalanes.

La primera sorpresa de la noche en el bloque independentista vino desde Bruselas, donde Carles Puigdemont, con su discurso de president legítimo, logró imponerse a Oriol Junqueras (que fue perdiendo su ventaja paulatinamente) e incluso hacer un corte de mangas a los popes del PDeCAT, que no le querían como candidato.

Ambos vuelven a estar sometidos a los deseos de la CUP, que ya no se acuerda de que cuando Mariano Rajoy convocó estas elecciones en aplicación del 155 anunció que no concurriría por ser ilegítimas. Una butifarrada dijo que haría en lugar de votar.

La CUP de Anna Gabriel y ahora de Carles Riera se dejó en las urnas de este 21-D 6 de los 10 escaños que obtuvo en 2015 y aun así tendrá de nuevo al PDeCAT y a Esquerra bailando a su son.

Y es evidente que el son de la CUP pasa por reactivar el procés, la vía unilateral y la República catalana, así que en el hipotético caso de que el PDeCAT quisiera virar hacia la moderación, no podría.

"La república catalana ha ganado a la monarquía del 155", proclamó Puigdemont desde su exilio. Primera y nítida declaración de intenciones.

Pero el Gobierno ya ha avisado de que si el nuevo Govern retoma la senda de la ilegalidad, no le temblará el pulso en hacer caer sobre él todo el peso del 155 por segunda vez. Un escenario difícil de imaginar, no obstante.

El bloque independentista llegaba a estas elecciones cuarteado y con tensiones más que evidentes en su seno, dada la decisión de Puigdemont de huir a Bruselas dejando a sus antiguos exconsellers entre rejas.

Y si el independentismo no hubiera sumado, se habrían devorado entre ellos. Pero la mayoría absoluta es el mejor de los bálsamos. Aunque la Justicia sigue su camino.

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