El ascenso imparable de Rivera angustia al PP: "Nos queda un vía crucis"
La amenaza de los naranjas empieza a revestir carácter de problema de supervivencia para el partido del Gobierno. Ciudadanos realmente no le piensa dar un solo respiro a Mariano Rajoy.
“Piove porco governo”. La nieve ha arrasado en doce horas la virtud más indiscutible de este Gobierno: la eficacia. Pero antes de que cayera sobre Guadarrama la mundial del invierno, muchos ejecutivos del PP, también diputados y administradores regionales, tenían atragantadas las uvas de 2018 ante lo que uno de ellos, muy importante consejero, definía como la “sinreacción” del presidente.
La Lotería, los regalos y el turrón, esta vez no han disimulado la preocupación por la nula respuesta de Rajoy y su gabinete, tras el enorme descalabro de Cataluña. Es cierto, porque lo es, que los más fieles aún, todavía, siguen fiándose de la soberbia “administración de los tiempos” que siempre ha sido la nota distintiva del jefe, pero no lo es menos que en esta ocasión esa fe ya no es suficiente.
Vueltos al lío, que es como Rajoy denomina directamente la efervescencia que diariamente se vive en Madrid y sus aledaños, el agobio en los populares es tanto que uno de ellos, diputado, se atreve a decir: “Nos queda un vía crucis por delante”. Y se refiere a las dos primeras estaciones de ese viaje político que comienza la próxima semana en Cataluña y que se va a extender de aquí a que el PP encuentre, si los encuentra, apoyos suficientes para aprobar los Presupuestos de 2018.
El proyecto de Rajoy era antes y es ahora cumplir enteramente la legislatura; antes porque sí, ahora porque no tiene más remedio para recuperar el aliento.
El socio fundamental, el PNV, no dice esta boca es mía y cuando lo hace es para asfixiar el rostro del Gobierno. Hoy por hoy ni Montoro, ni su jefe las tienen todas consigo. El Gobierno de Vitoria no quiere discutir cifras: más o menos cupo, más o menos pasta; no, quiere llevarse concesiones políticas trascendentales, dos de ellas imposibles de asumir por Rajoy salvo que se quiera envolver en una escándalo brutal.
Porque ¿cómo justificar a estas alturas que el País Vasco se embolsara de una tacada la Seguridad Social y las Prisiones? El moderado Urkullu es consciente de que después de lo acaecido en Cataluña el PP no se encuentra precisamente en su mejor momento según refiere el diputado antedicho que, futbolero como es, asegura: “Estamos como el Real Madrid, que no nos entra un gol”.
Rajoy con Urkulli, en presencia del consejero de Presidencia, Josu Erkoreka.
Pero el gol puede sin embargo entrar en su portería si los nacionalistas le firman un año más a Rajoy en base también de desatascar la famosa “Y Vasca”, o sea la llegada a las tres capitales de la región de un AVE carísimo que soporta una retraso de casi veinte años, que sólo ha completado un 17 por ciento del trayecto prefigurado y que apenas ha invertido 40 millones de los 250 presupuestados.
Realmente, de todas las propuestas “sine qua non” del PNV es ésta del AVE la menos comprometida para el Gobierno, aun teniendo en cuenta que esos 250 millones de los que se habla pueden fácilmente elevarse muy considerablemente. Puestas las cosas así, es muy generalizada la opinión de los populares que piensan que mejor sería una prórroga presupuestar y llegar como sea hasta el 2019 que avenirse a las exigencias desmesuradas del PNV.
Pero parece que Rajoy no es de esa opinión porque su proyecto era antes y es ahora cumplir enteramente la legislatura; antes porque sí, ahora porque no tiene más remedio para recuperar el aliento y, de paso, restablecerse del palo monumental que le han propinado en Cataluña, catástrofe, por cierto, que nadie se ha molestado en explicar o justificar mínimamente.
Los Presupuestos, mal, pero ¿y Cataluña donde el PP no rasca bola? Pues hasta ahora nadie del Gobierno o del PP, partido en crisis al que tiene borrado el protagonismo excluyente de Moncloa, ha ofrecido una sola idea para lidiar lo que en el Principado se le viene encima y que es una doble amenaza: por un lado, la probabilidad de que los rebeldes vuelvan a las andadas y sometan al Estado a otro estrés permanente con desafíos o incluso extravagancias (la de Rahola pretendiendo trasladar el Parlamento a Bruselas es sólo la última estupidez) que, en todo caso, ocupan páginas y páginas de la indignación nacional, indignación que se deposita también en un Gobierno que, según parece, esta más quieto que parado.
La amenaza insufrible de los amotinados sediciosos ya es crónica, pero para el PP hay otra mucho más sutil, la de Ciudadanos, que empieza a revestir carácter de problema de supervivencia para el partido del Gobierno. Ciudadanos realmente no le piensa a dar respiro a Rajoy, consciente Rivera de que en este momento cualquier picotazo se convierte en un rejonazo en el debilitado cuerpo popular.
Maza dejó sugerido días antes de su muerte: “Una fiscal está detrás de Cifuentes y no le va a dar ni un minuto de tranquilidad”.
Todavía no ha anunciado cuáles van a ser sus condiciones para firmar los nuevos Presupuestos, aunque el temor es que tampoco en este caso la presión sea sólo económica (más gastos sociales y al tiempo menos impuestos) y sí política en un asunto clave como es la reforma de la Constitución.
Ciudadanos no va a tener empacho en aliarse, si le conviene así, con Sánchez, aunque los intereses de ambos solo coincidan en la mera formulación de la reforma y no en sus minuciosidades. Rivera desean adelgazar el crédito político de Rajoy y en eso sí marchan de la mano.
A las blancas nieves de estas jornadas le va a suceder un tsunami de problemas negros que, además, va a afectar totalmente a la honradez del partido del Gobierno. En este año la Justicia se va a desatar contra el PP en casos como los Púnica o Gurtel que va a deparar muchas sorpresas. A este respecto, transcribo el adelanto que el fiscal Maza dejó sugerido días antes de su muerte.
Dijo: “Una fiscal está detrás de Cifuentes y no le va a dar ni un minuto de tranquilidad”. Para el PP una investigación sobre la presidenta de Madrid que es paradigma de la limpieza política sería un desastre, pero el desastre no puede darse por descartado.
La situación de Rajoy es muy delicada pero, según las apariencias, no convulsiona los planes del Gobierno aunque, claro está, sus militantes, su votantes, sus simpatizantes, agradecerían sobremanera que les dijeran cuáles son realmente tales planes.