Los leales a Puigdemont incendian Junts per Cat y amenazan: "O él o el caos"
Los 22 diputados que fichó personalmente el expresident han declarado la guerra a los 12 que pertenecen al PDeCAT. Y de la mano de la ANC y la CUP se disponen a atrincherarse.
El enfrentamiento entre ERC y Junts per Catalunya es frontal. Pero a esta guerra civil en el núcleo duro del independentismo se suma ahora la batalla campal que se vive en el seno del grupo parlamentario de la marca electoral de Carles Puigdemont.
Su confesión, vía whatsapp a su exconseller Toni Comín, ha hecho reaccionar al sector afín al expresidente -enfrentado con los diputados que provienen del PDeCAT-, que amenazan en las últimas horas con dinamitar el Parlament y forzar a una repetición de las elecciones.
"O yo o el caos", ha venido a trasladar Puigdemont a sus fieles, atrincherados, al ver la maniobra de Oriol Junqueras intentando convertirle en un presidente de la Generalitat simbólico y florero. Pero hay dirigentes de JxCAT, encabezados por su presidenta, Elsa Artadi, y su portavoz, Edouard Pujol, que se han revuelto.
Pujol ha llegado a adelantar este viernes que hay un nuevo plan para investir a Puigdemont -sin concretarlo- y ya presiona a Roger Torrent para que convoque un nuevo pleno del Parlament. Sin embargo, Marta Rovira ha insistido en que la investidura del próximo presidente de la Generalitat debe ser "real y sin consecuencias legales".
Puigdemont cuenta con una doble baza a su favor. De los 34 diputados de Junts per Catalunya, 22 son independientes, no militan en el PDeCAT y fueron fichados -personalmente y al margen de los exconvergentes- por el expresident fugado de entre los sectores más radicales del secesionismo. Y están a muerte con quien les ha conseguido un escaño.
El resto, apenas 12, son los vinculados a Artur Mas, con Marta Pascal y los exconseller Josep Rull y Jordi Turull, a la cabeza.
Pero además, Puigdemont ha encontrado desde su retiro en Bruselas el apoyo vital para su causa de dos pilares fundamentales del procés: la ANC y la CUP. Y la manifestación del martes a las puertas del Parlament fue solo su primera demostración de fuerza.
El presidente del Parlament, Roger Torrent, y la líder de ERC, Marta Rovira, durante la ronda de consultas para la investidura.
El parte de guerra de última hora es el siguiente. Los afines a Puigdemont han dicho que de "fracasado", nada. Insisten y preparan un segundo intento que gestiona Artadi y Pujol, junto al vicepresidente de la ANC, Agustí Alcoberro, y el portavoz de la CUP, Carles Riera. Dicen tener una nueva hoja de ruta que ocultan, a la espera del informe de los letrados del Parlament, que llegará esta próxima semana.
De otro lado, el expresidente Artur Mas sigue moviendo sus largos hilos junto al PDeCAT y ERC -con el supuesto aval de La Moncloa- para convencer a Puigdemont de que abandone definitivamente, busque un trabajo y se quede a vivir en Bélgica.
Su oferta amistosa es que le sustituya como candidata a la investidura la propia Artadi. Otra más hostil es que lo hagan los exconsellers Rull o Turull, bien vistos por el empresariado catalán para reconducir y calmar la coyuntura política.
En esta guerra abierta, en la que se encuentra como víctima colateral Torrent, se dirimen dos escenarios inmediatos: o Puigdemont, o urnas de nuevo. El expresident y los suyos, más la CUP y la calle, tienen mayoría de bloqueo.
Fuentes del PDeCAT consultadas por ESdiario reconocen que recelan de Puigdemont, aislado de la mayoría de sus diputados y excompañeros, y que atiende tan solo a unas pocas voces que le reclaman que siga dando la batalla. "Este puede querer morir matando", afirma gráficamente la citada fuente. El tiempo corre en un independentismo noqueado pero con su capacidad de hacer daño al Estado aún intacta.