El Valle de Arán echa a patadas a Mireia Boya (CUP) y hunde su negocio turístico
La exdiputada cupera está en un momento crítico. A sus problemas judiciales -declarará como imputada el 14 de febrero por rebelión, sedición y malversación- se unen los económicos.
Los exdiputados de la CUP -que no han podido repetir candidatura por el reglamento interno del partido- están viviendo ahora las consecuencias de su participación en la rebelión contra el Estado escenificada en el referéndum ilegal del 1 de Octubre.
Y el 14 de febrero, dos de sus rostros más destacados durante el procés, Anna Gabriel y Mireia Boya, están citadas como imputadas por el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena.
Pero junto al negro horizonte judicial que pesa sobre Boya -se enfrenta incluso a la cárcel- por su presencia en el núcleo duro del desafío ilegal, se suma ahora la ruina total de su negocio.
La exdiputada de la CUP regentaba una casa rural en el Valle de Arán, el enclave que amenazó con separarse de Cataluña si Puigdemont culminaba la declaración de independencia (la presencia del independentismo en esa comarca es escasa).
Pero el negocio de Boya ha quebrado y se ha visto obligada a echar el cierre. En concreto, se trataba de un hotel rural de 170 metros cuadrados, distribuidos en tres plantas y con un coqueto huerto anexo.
La exparlamentaria de la CUP explotaba este establecimiento a través de la firma Borda Guilhamuc C.B., de la que era socia junto a su hermano, Josep Boya, quien fue director general de Archivos, Bibliotecas, Museo y Patrimonio de la Generalitat durante el Gobierno de Puigdemont.
El expresidente de la Generalitat cesado, Carles Puigdemont, junto a Boia y Gabriel.
La propia Boya ha revelado que cerró la casa rural en septiembre pasado. Eso sí, ha atribuido su decisión a "amenazas fascistas". Dice que no lo contó antes "para no interferir en campaña electoral".
Lo curioso del caso es que Boya responsabiliza de su situación a "gente que dice ser de izquierdas". "Sé perfectamente que el fascismo tiene muchas caras. Uno es el boicot a lo que significamos. Lo que me parece más lamentable es que gente que dice ser de izquierdas lo avale. Los típicos troles del entorno de Iniciativa Per Catalunya (ICV) que todos conocemos en Twitter.