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Emilio se suicidó en su comisaría: ¿Qué les pasa a policías y guardias civiles?

En mes y medio diez agentes de uno y otro cuerpo se han quitado la vida. El año 2017 fue el más trágico y 2018 ha empezado peor. Tantos casos están minando la moral de sus compañeros.

El ministro Zoido durante un acto de la Guardia Civil.

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Emilio, inspector del Cuerpo Nacional de Policía, llegó el sábado 10 de febrero a la comisaría de Palencia donde trabajaba, como cada día saludó a los compañeros y entró al vestuario. Allí se disparó un tiro en el pecho con su arma reglamentaria. Tenía mujer y un hijo de ocho años.

Jacobo era guardia civil, tenía 38 años y estaba destinado en el puesto de Candelaria (Tenerife). Estaba separado. El martes los vecinos oyeron un disparo seco a primera hora de la mañana procedente de su vivienda: se había quitado la vida tras acabar su turno, también con su pistola reglamentaria.

Jacobo, guardia civil destinado en Candelaria, es el último nombre de la lista negra de este año.


Con él son ya diez los policías y guardias civiles que se han suicidado en lo que va de año. En Huesca, Sevilla, Benidorm, Motril, Granada... la epidemia se extiende por las plantillas de toda España, y la cifra es tan escalofriante que ha desatado todas las alarmas en ambos cuerpos.

No en vano si 2017 fue el año más trágico que se recuerda desde los tiempos de Luis Roldán al frente de la Benemérita (21 guardias civiles, 12 policías nacionales), 2018 ha empezado aún peor. Mucho peor. Con cada muerte las redes sociales y whatsapp de los agentes se llenan de mensajes como éste, convertidos en libros de condolencias virtuales de una tragedia que no acaba:



La Dirección General de la Policía trabaja actualmente en un protocolo de atención y actuación y la de la Guardia Civil tiene uno desde 2001 (que ha sido actualizado varias veces), pero los sindicatos y los expertos coinciden en que son a todas luces insuficientes porque no atacan el problema en su raíz: la prevención.

El estrés laboral, el desarraigo, los turnos de trabajo y esa casi obligación de aparentar ser un "superhéroe". Son algunas de las causas que van minando la salud mental de los agentes que apunta Juan F. Díez, psicólogo, policía jubilado y fundador de Ángeles de azul y verde.

Se trata de una iniciativa surgida hace dos años y medio para ofrecer asistencia psicológica a policías y guardias civiles sin ser "estigmatizados" por acudir al cauce oficial, lo que les supone una baja psicológica que queda en su expediente de por vida y la retirada del arma. Por descontado.

"Tienen un arma y un trabajo muy estresante. Sólo por ello todos los policías y guardias civiles deberían tener una buena atención psicológica", sostiene.

Pero no la tienen. "Una vez que ha entrado en el cuerpo, un guardia civil se puede pasar 30 años de carrera sin que le hagan un solo reconocimiento psicológico", denuncia Daniel López, psicólogo y autor del libro ¿Todo por la patria? -apadrinado por la Asociación Unificada de Guardias Civiles-, en el que aborda las conductas suicidas en la Guardia Civil.

"Es un tema tabú", se lamenta. Y a renglón seguido añade que el Instituto Armado tiende a la "negación del problema", a ponerse a la defensiva y sentirse atacada cuando se le recuerda que los guardias civiles tienen una tasa de suicidio superior a la media española (como 5 puntos por encima). Y también superior a la de la Policía (3,6 puntos más).

Sólo uno de cada cuatro guardias civiles que se suicidan estaba de baja psicológica

López aporta un dato: la Dirección General de la Guardia Civil reconoce abiertamente que sólo uno de cada cuatro de sus miembros que decide quitarse la vida estaba de baja psicológica. Los otros tres, trabajando. Y en eso se escudan sus responsables para concluir que no es un fenómeno prevenible, que poco se puede hacer si el que tiene un problema lo oculta.

Pero entretanto siguen "sumando muertos", como asegura el secretario general del Sindicato Independiente de Policía, Alfredo Perdiguero, una de las voces más activas en la denuncia de una situación que lleva meses agravándose.

También el SUP intenta concienciar al Ministerio del Interior de que esto tiene que acabar.


En la Guardia Civil prestan servicio en torno a medio centenar de psicólogos, todo ellos mandos del Instituto Armado (por lo que a un subordinado le cuesta horrores acudir a él en busca de ayuda). En la Policía muchos menos, ni la quinta parte. Ambas están consideradas entre las profesiones más estresantes.

A pesar del oscurantismo que rodea tan peliagudo tema, los expertos han trazado un perfil: los suicidios afectan más a hombres, de unos 40 años y pertenecientes a la escala básica (no son mandos).

Policías y guardias civiles están hartos de llorar la pérdida de compañeros que no pudieron más. Y los sindicatos y expertos, de pelear con Interior para que reconozca que éste es un problema de primera magnitud.