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Piden a Sánchez el cese del diputado del PSOE que tomó a las víctimas por tontas

Acusarlas, como hizo de forma tan injusta Juan Carlos Campo, de ser poco menos que una marioneta del PP fue todo un desatino del que muchos diputados socialistas, en privado, se avergüenzan.

El diputado del PSOE Juan Carlos Campo.

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El crimen del pequeño Gabriel o los millones de firmas recogidas a favor de la prisión permanente revisable por los padres de Diana Quer, Marta del Castillo, Sandra Palo o Mari Luz Cortés planearon este jueves sobre el Congreso de los Diputados, en particular sobre los escaños del socialismo.

El PSOE hizo oídos sordos a la clamorosa y justa demanda de los españoles de que los criminales más abominables no vuelvan a la calle antes de haber cumplido 25 años entre rejas. Blandiendo su tesis "buenista" de la reinserción, Pedro Sánchez ordenó en 2015 recurrir esta figura penal al Tribunal Constitucional.

En su nerviosismo, la portavoz socialista, Margarita Robles, denunció la ruptura de un acuerdo tácito con su homólogo del PP, Rafael Hernando, para eludir debatir el asunto hasta el pronunciamiento del Alto Tribunal.

Pero la desabrida e inoportuna irrupción este jueves en la tribuna del portavoz socialista de Justicia, Juan Carlos Campo, rompió las mínimas normas del buen gusto y acabó incluso enfadando a los familiares de las víctimas -y así lo hicieron saber públicamente- que seguían el Pleno desde la tribuna de invitados.

Tanto, como para que Blanca Estrella Ruiz, presidenta de la Asociación Clara Campoamor -que asesora a la plataforma creada por Quer- clamara: "Me avergüenzo como socialista". Y legitimidad tiene. Su bisabuelo fue uno de los fundadores del y su asociación lleva cuatro décadas trabajando en el ámbito del feminismo y la izquierda.

No es un enfado pasajero. De hecho este viernes anunció que va a enviar una carta a Pedro Sánchez para pedir la dimisión de Juan Carlos Campo (no obstante su acta de diputado sólo le pertenece a él).

"Ya no sólo fueron sus palabras, diciendo que las víctimas tenían sed de venganza y rabia. También el tono despectivo y chillando. En un partido socialista, ¿cómo hubiéramos imaginado que hubiera gente de este calibre?", se preguntó.

Acusar a las víctimas, como hizo de forma tan injusta el desmedido Campo, de ser poco menos que una marioneta del PP fue todo un desatino del que muchos diputados socialistas, en privado, se avergüenzan.

También es reseñable la falta de sensibilidad de Sánchez para un asunto que ha calado en la "piel" de millones de españoles de todas las tendencias políticas. Así lo ha reconocido la antes mencionada Ruiz. "¿Pedro Sánchez? Ni se ha puesto al teléfono ni me ha recibido".

Veremos el coste que en las bases del PSOE tiene este nuevo resbalón político. El domingo se preparan concentraciones en toda España en favor de la prisión permanente revocable. A buen seguro en ellas estarán presentes muchos socialistas.

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