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La asombrosa lección de Rajoy a los suyos en los pasillos de Sevilla

Muchos dirigentes del PP exclamaban atormentados "ay, Dios", pensando en los problemas del partido. El presidente, sin embargo, no ha perdido la tranquilidad. Ha sido el más sereno de todos.

Mariano Rajoy, durante la jornada de este sábado en Sevilla.

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Plantó una encina al desembarcar en Sevilla, haciendo honor al logo de la Convención Nacional. Lleva dos dedos inmovilizados porque -me dice bromeando- se los ha lesionado boxeando con Carles Puigdemont. Al mal tiempo… buena cara. Es Mariano Rajoy. Un líder que, cuando todos pierden la calma, se conserva templado. Porque así, sin desparramar la adrenalina, se mantiene la cabeza fría para tomar las decisiones correctas.

Momentos de crisis los ha tenido de todos los colores desde que llegó a La Moncloa con el país sumido en una crisis económica sin precedentes y una situación en la que nadie era capaz de apostar por cosa distinta que una inmediata intervención de España. Pero Rajoy, como aseguran los suyos, “es auténtico e irrepetible”. Y comprendió que el caos a su alrededor solo cabía embridarlo con mesura y aplicando el sentido común. “Se comportó aquellos días como un racionalizador”, repite un monclovita que conoce bien al presidente.

Este fin de semana le ha tocado afrontar otra vez un importante cónclave en circunstancias adversas: con el mandoble que la Justicia alemana ha atizado a España dejando en libertad a Puigdemont, y con un escándalo que golpea a su presidenta autonómica más carismática, Cristina Cifuentes, a cuenta de su máster. “Ay, Dios”, exclamaban muchos, atormentados, por los pasillos. Rajoy, sin embargo, no ha perdido la tranquilidad. Al revés: ha vuelto a ser el más sereno de todos.

Más que nunca, cuando se apostaba por el fracaso de la Convención del PP por culpa del ruido mediático externo, Rajoy, comportándose como debe hacerlo el jefe sin complejos de una organización, insufló no solo calma sino ánimo a los miles de mandatarios desplazados. Para seguir peleando y para que, ahuyentado el miedo a perder, su proyecto continúe siendo el más votado de España.