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La Iglesia catalana y 13TV provocan una revuelta contra la X de la Renta

Una marea pide no poner la X para la Iglesia en el IRPF. Lo sorprendente es que está compuesta por católicos cansados de dos problemas con el mismo epicentro: el independentismo.

Diversas parroquias aliadas con el separatismo

Diversas parroquias aliadas con el separatismo

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Cientos de mensajes inundan las redes sociales y todas las plataformas de comunicación con un mensaje de católicos que, de entrada, parece sorprendente: anuncian que, este año, no pondrán la X en la casilla de la Iglesia en su declaración de la renta.

Es un terremoto inesperado, o no tanto, que se venía mascando desde hace meses, con una razón poderosa para los enojados feligreses: el inequívoco apoyo de una parte mayoritaria de la Iglesia catalana al separatismo, resumido en imágenes que detonaron la indignación. Capillas convertidas en colegios electorales del referéndum ilegal, llamamientos religiosos a la presentación de los golpistas como 'presos políticos' y presiones reiteradas de los religiosos catalanes a los medios de comunicación de la Iglesia para dinamitar su oposición al 'procés'.

Cientos de feligreses piden en abierto no poner la X a la Iglesia en respuesta a su tibieza o complicidad en Cataluña

Oficialmente, la Conferencia Episcopal se posicionó contra el independentismo, en una decisión de su plenario que, sin embargo, ni ha frenado la actitud de su rama catalana ni ha llegado a tiempo. Antes de aquel referéndum, de hecho, la postura fue tibia, expresada en un comunicado de la Institución leído en persona por su propio presidente, monseñor Ricardo Blázquez, en el que no se condenaba el separatismo y se hacía un extraño llamamiento al diálogo: "En estos momentos graves la verdadera solución del conflicto pasa por el recurso al diálogo desde la verdad y la búsqueda del bien común de todos".

Una condena tardía

Hubo que esperar casi dos meses después, con la independencia ya prácticamente proclamada en un camino sin retorno, para que el mismo Blázquez endureciera su mensaje: "Si alguien dudaba, hoy se acaba la acusación de equidistancia ante el problema catalán. Los obispos estamos donde debemos estar". Pero o era tarde, al menos para muchos, o esas palabras llegaron con retraso.



Lo cierto es que muchos se las anotaron, especialmente después de que, en el apogeo del pulso separatista, la televisión de la Iglesia se quitara prácticamente de enmedio, a juicio al menos de buena parte de sus espectadores. Con la temporada ya en marcha, en septiembre, se suprimió sin previo aviso 'La Marimorena' pese a sus récords de audiencia y se domesticó 'El Cascabel', su otro programa emblemático, quitando de un plumazo a buena parte de los periodistas más críticos con el 'procés', una purga inédita por su amplitud en la televisión española.

Además de tolerar la votación en capillas, no se respondió a los curas soberanistas que pidieron y lograron cabezas en 13TV

Sólo unos días antes de la limpia, que acabó con rostros tan respaldados por la audiencia como Francisco Marhuenda, Alfonso Rojo, Antonio Martín Beaumont, Jaime González, Antonio Naranjo, Graciano Palomo, José Luis Corcuera o Carmen Tomás, entre otros hasta llegar a una decena de analistas muy críticos con el soberanismo; 26 curas catalanes exigieron eso mismo en una indiscreta carta dirigida al presidente de la Conferencia.

Una limpia sin precedentes

"Corrijan o supriman los programas de tertulia en 13TV que tanto daño hacen a la convivencia y ensucian la imagen de la Iglesia Católica que siempre debe fomentar el diálogo sincero y fructífero", decía literalmente la misiva. Nunca más volvieron ni los periodistas ni el exitoso espacio presentado por Carlos Cuesta y las películas del Oeste o los debates sociales ocuparon el espacio para solaz de los curas que apoyaban la rebelión y de Pablo Iglesias, a quien la propia Iglesia parecía dar la razón en su conocida frase para denigrar a cualquier rival: "Pareces un tertuliano de 13TV".

Por si había alguna duda, 300 curas catalanes impulsaron además un manifiesto a favor del derecho a decidir de Cataluña, el eufemismo con el que el separatismo aspira a hurtarle al resto de los españoles el derecho a decidir ya existente, recogido por la misma Constitución que garantiza, por ejemplo, los derechos de la Iglesia y la libertad de culto. Entre ellos, el impulso de todo un Obispo como el de Solsona, resumía el sentir hegemónico del clero catalán y la dificultad para controlarlo desde su central.

Los "mártires"

Ahora, se diría que los propios feligreses se toman cumplida venganza anunciando, sin ningún remilgo, que no cederán parte de sus impuestos a la Iglesia, prescindiendo de rellenar la casilla en su favor que viene siempre en la declaración del IRPF. La gota que ha colmado el vaso, ya saturado tras los acontecimientos de septiembre y octubre, fue una insólita utilización de la revista Catalunya Cristiana, altavoz oficial de la Iglesia de la Comunidad, para comparar a los 'presos políticos' con los mártires católicos del Coliseo romano, según destapa la publicación Dolça Catalunya.



Los ejemplos son incontables para cualquiera que bucee en internet, pero se resumen en uno que la propia Iglesia ha intentado contrarrestar a través de su perfil en Twitter destinado a defender la X en la casilla de la renta. Un feligrés anunciaba que no destinaría dinero a la Iglesia tras revelar el último episodio de complicidad con el separatismo, el de las monjas cisterciences de Urgell que se habían cosido un lazo amarillo en los hábitos.

"Conmigo que no cuenten", proclamaba un creyente secundado por tantos otros. La respuesta de 'Xtantos', elocuente: pocas explicaciones sobre la materia, que suelen incluir en el supuesto derecho a la libertad de expresión individual pese a estar institucionalizada, y una especie de reproche:



Lo curioso es que, si en España entorno al 34% de los contribuyentes marcan hasta ahora la casilla de la Iglesia en su IRPF, con datos del año pasado, en Cataluña la cifra está en catorce puntos menos y se queda en poco más de un 19%. Pero el cristiano Junqueras ha sembrado una semilla mayor, y una parte de los templos catalanes están sumergidos en esa cruzada.

¿Con qué consecuencias económicas? Imposible saberlo hasta el fin de la campaña, aunque la caída en audiencia de 13TV y el monumental enfado de muchos creyentes da una pista al respecto. Y en la Conferencia Episcopal lo saben, aunque no saben cuándo o cómo subsanarlo, como defiende una parte no menor de la misma, alineada contra el separatismo sin ambages: esa disputa, ahora latente, se terminará de librar algún día. Dios dirá.

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