Historia de un fracaso: cómo llegó España a ser la mala del cuento del procés
El varapalo alemán ha reavivado las críticas sobre el plan de acción exterior del Gobierno. La vicepresidenta creyó que enviar a un ministro que sabe cuatro idiomas a Bruselas era suficiente
La noticia pasó casi desapercibida el miércoles porque el caso Cifuentes lo ocupa casi todo. Pero la prensa independentista sí dio cumplida cuenta.
A la comisaria europea de Justicia, Vera Jourová, le preguntaron por la decisión del tribunal de Scheleswig-Holstein de exonerar a Carles Puigdemont de los cargos por rebelión y contestó: "Creo que en este caso específico Alemania actuó de acuerdo a las reglas".
Así que la Comisión Europea ha decidido apoyar a los tres jueces germanos que han puesto en jaque la causa del procés. Segundo varapalo. Y, precisamente para evitar el mate, este jueves fiscales españoles y alemanes se reunieron en La Haya para abordar salidas a esta crisis bilateral.
Aunque el equipo de Mariano Rajoy confía en que la Justicia alemana recapacite, es más un deseo que una certeza. Y entre los ministros los hay sumamente pesimistas.
Las críticas hacia la comunicación exterior del Gobierno se multiplican estos días
La bofetada alemana ha reavivado las rencillas existentes en el Consejo de Ministros sobre la estrategia seguida en la crisis catalana. Y las críticas respecto a la política de comunicación exterior, que también comparten diplomáticos.
De hecho el presidente del Real Instituto Elcano, Emilio Lamo de Espinosa, ha señalado públicamente hace un par de días que los independentistas han llevado a cabo una "tarea exitosa" a la hora de trasladar a la opinión pública internacional su cruzada, mientras que el Ejecutivo ha quedado "regazado".
El presidente del Real Instituto Elcano.
La tesis es: si el Gobierno se hubiera preocupado y ocupado de contar a la opinión pública alemana la verdad del procés, tal vez sus jueces no habrían sentido tantas simpatías por Puigdemont.
Pero no lo hizo. Y, por extraño que parezca, incluso la embajadora española en Berlín, Victoria Morera, recibió la orden de sus superiores de no mover un dedo hasta que no hubiera sentencia, le cuentan a Esdiario.
Cuentan más. Cuentan que los embajadores están perdidos, desconectados, sin recibir argumentarios de Exteriores y La Moncloa. Hasta el punto de que el lunes, el secretario de Estado de Asuntos Europeos reunió a casi una veintena de ellos para enmendar los errores y pedirles que, ahora sí, se acerquen a la opinión pública de sus respectivos países. El ministro Dastis no fue, estaba con Rajoy en Argentina.
Durante los meses siguientes al 1 de octubre, Soraya Sáenz de Santamaría relegó al ministro de Asuntos Exteriores y encargó al ministro portavoz que diera la versión de España en el mundo. Íñigo Méndez de Vigo habla perfectamente inglés, francés, alemán e italiano (amén de catalán y euskera), así que la vicepresidenta pensó que haría un gran papel (Dastis también se maneja con los idiomas, pero no tanto).
Méndez de Vigo ha establecido un "puente aéreo" Madrid-Bruselas durante meses
Méndez de Vigo convirtió Bruselas en su campamento base, en lugar de viajar por el mundo. Entre octubre y febrero organizó o le organizaron (a veces lo hacía la embajada, a veces el grupo parlamentario de Esteban González Pons) decenas de encuentros privados con periodistas de todo el mundo, políticos, empresarios, creadores de opinión, lobbies varios y, en general, cualquiera que se interesara por el procés. Y en todos los viajes a la capital belga concedía entrevistas a medios internacionales.
Sin embargo, en febrero esos viajes terminaron. No porque hubiera orden expresa de la Vicepresidencia, sino más bien porque unos y otros, todos, se confiaron. Creyeron que ya estaba todo el terreno abonado, que el procés daba sus últimas bocanadas también en la esfera internacional. Y creyeron, sobre todo, que cuando Puigdemont fue detenido en Alemania, la extradición por rebelión y malversación estaba hecha.
Ahora han venido los lamentos, las prisas, las llamadas de La Moncloa y el cortejo a los corresponsales alemanes en España, con quienes Méndez de Vigo se reunió este mismo martes de forma discreta en La Moncloa. Confiando en que aún, aunque el cántaro se haya caído, no esté toda la leche derramada.