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El indiscreto Maillo habló de más con Villegas y dio ventaja a Ciudadanos

La búsqueda de una salida “a la murciana” ha llevado al coordinador general a compartir con el secretario general de Ciudadanos incluso un catálogo de posibles relevos a Cifuentes.

Maillo y Villegas, en una charla en el Congreso.

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Que nadie albergue dudas: A fecha de hoy, Cristina Cifuentes está a la espera de mantener una reunión “sincera” con Mariano Rajoy. A solas. Sin publicidad. Presidenta de la Comunidad de Madrid y Presidente del Gobierno han venido intercambiando llamadas de teléfono al margen de una catarata de interpretaciones, hipótesis y cábalas. En ausencia del jefe, cada cual ha hecho de su capa un sayo y ha interpretado los acontecimientos por el caso Máster en la clave que ha entendido más conveniente. Pero quedan algunas certezas.

Sabemos que Cifuentes ha logrado mantener el arropamiento de Rajoy. También parece quedar claro que cualquier decisión que afecte al gobierno de Madrid, gran feudo del PP, pasará por ajustarlo con la lideresa. Además, la sola idea de entregar un trofeo como el de la presidencia de la Comunidad de Madrid provoca pesadillas nocturnas en las sentinas populares. Tanto como para empezar a intervenir María Dolores de Cospedal en el lío. Hasta ahí, todo lógico. Menos comprensible (al menos eso se ha interpretado en escalones intermedios de la organización madrileña) es el “desgaste” sufrido a causa de la indiscreción de Fernando Martínez-Maillo en sus contactos con José Manuel Villegas.

La búsqueda de una salida “a la murciana” ha llevado al coordinador general a compartir con el secretario general de Ciudadanos incluso un catálogo de posibles relevos a Cifuentes, dejando a su interlocutor la capacidad de opinar sobre la idoneidad de los candidatos según lo combativos que hayan sido con los naranjas.

El colofón, claro, fue que un micrófono indiscreto captó a Albert Rivera dando por descontado el reemplazo de la presidenta de Madrid. “No hay nada que negociar con el PP –argumentaba el presidente de Ciudadanos–, andan barajando candidatos”. Con esa convicción en mente, Rivera pudo tirarse sin riesgos a la piscina de sumarse a la moción de censura encabezada por el PSOE y ya respaldada por Podemos.

La política puede dar muchas vueltas, pero Rivera tiene muy desarrollado el instinto de conservación. La batalla con el PP puede llevarle a dar giros inesperados, pero no a tomar decisiones estratégicas de tan alto riesgo que puedan penalizarles más que darles. En Alcalá 253, cuartel general de Ciudadanos, ese debate está zanjado, para evitar la fuga de nuevos votantes decepcionados con los populares. En palabras de un destacado dirigente naranja, el jefe ha dejado meridianamente claro a su núcleo duro aquello de que, “con los morados, ni a la vuelta de la esquina”.

Mientras, enfrente, en el momento en que el PP se siente desbordado por el empuje de Cs, forzar esa proximidad a Podemos, aunque sea en apariencia, puede servir de munición a los populares contra el empuje del rival en el centro-derecha. Cuando sus cuadros aprietan los dientes ante el robo de banderas y los votantes tradicionales sienten la tentación de abandonarles, Rajoy puede ordenar al cogollo del partido emplearse a fondo en las próximas semanas para arrinconar a los naranjas en el mismo eje que PSOE y Podemos. Y luego vendrá lo que tenga que venir.

Lo resume de esta manera un interlocutor habitual del presidente: “Mariano siempre será Rajoy y Rajoy siempre será Mariano”. En román paladino, tiene unas condiciones impresionantes para la “resistencia”, y puede pasar como si nada ocurriese por medio de situaciones que para los demás parecen insostenibles. De ahí que desde Génova se advierta: “Queda mucho por ver todavía”. A estas horas, si algo tienen asumido los cargos populares es que “Cristina, si tiene que dimitir, no debería hacerlo hasta poco antes de sonar el gong para la moción de censura”. Cuando se llegue a ese rio, se verá si interesa cruzarlo.

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