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Rivera "saliva" al ver la catástrofe que sus sondeos internos auguran al PP

Ciudadanos trabaja con la hipótesis de que los Presupuestos de 2018 serán los últimos con el sello de Rajoy, convencidos de que no podrá alargar la legislatura más allá de diciembre de 2019.

Albert Rivera en el Congreso.

Albert Rivera en el Congreso.

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Carlos Dávila

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Va a haber Presupuestos. A estas alturas ni el Gobierno, ni Ciudadanos, su apoyo en esta ley básica para el funcionamiento del Estado, acumulan duda alguna: va a haber Presupuestos. El PNV tiene enorme prisa en que se cancele el obstáculo que hasta ahora no ha permitido aprobarlos.

En los últimos días hay constancia de sugestivas conversaciones entre los nacionalistas vascos y catalanes de variado pelaje (sobre todo con ERC) para que de una vez por todas se conforme un Gobierno que permita al partido de Urkullu cumplir con la palabra –digo la palabra- que hace tiempo le dio el lendakari a Rajoy: “Sí a los Presupuestos tuyos, sí a los Presupuestos míos”.

El PNV está por cumplir su compromiso y quiere hacerlo, por eso presiona denodadamente a los sediciosos catalanistas. El obstáculo, el 155, se irá al garete probablemente antes del próximo 21 de mayo cuando se termine el plazo legal para no tener que firmar una convocatoria de elecciones anticipadas.

Recuérdese a este respecto que cuando la CUP forzó la destitución, más que dimisión, de Artur Mas, el PDeCAT esperó hasta el último minuto del último día para realizar la faena. Ahora se teme que vaya a ocurrir cosa parecida.

Mientras tanto, el PNV está por garantizar que no votará, pase lo que pase, las enmiendas a la totalidad de la Ley que han presentado los archicomunistas de Podemos, o la izquierda radical de Pedro Sánchez. Ello ofrece al Partido Popular y más concretamente a Rajoy la posibilidad de seguir esperando a que se dé por clausurado el dichoso 155 de la Constitución.

El PNV, enfrascado en esta condición, está ciertamente alterado porque no le conviene la prórroga de las cuentas de 2017. Quiere con tanta pasión al menos que el Gobierno, que las nuevas cuentas tengan validez cuanto antes.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el pasado día 3 entregando los PGE a la presidenta del Congreso, Ana Pastor.


En la Administración central están tranquilos porque, fíjense por ejemplo, lo que afirma uno de los negociadores más potentes del PP: “Estos Presupuestos se van a aprobar; no sé si serán los de este año, o los del próximo porque serán prácticamente los mismos” y añade: “Nadie cree que por segundo año consecutivo, si llegamos al 19, el PNV se vaya a cargar la subida de pensiones”.

Otros actores de la aprobación o denegación de los nuevos Presupuestos son naturalmente los catalanes, y más concretamente los políticos separatistas que en privado y en conversaciones múltiples con empresarios, opinan que la “Ley Montoro” (así la denominan en el Principado): “No nos viene nada mal”.

Pero existe el gran inconveniente, es decir Puigdemont, que no se sabe a ciencia cierta hasta qué punto va a proseguir en su estrategia de resistencia al precio que sea. Las últimas noticias insisten en que, poco a poco está doblegándose, en que, poco a poco, está aceptando que nunca más volverá a ser presidente de la Generalitat y que lo más que puede conseguir en este trance es bendecir al nuevo candidato, episodio que en Madrid resultará especialmente grato.

También hay noticias por lo demás de que Puigdemont insiste a los suyos en que el aspirante, si al final es designado, tiene que ser un hombre de su confianza, a poder ser de los que han participado directamente en su candidatura. Curiosamente este hombre no es otro que el antiguo consejero de Cultura, Ferrán Mascarell, un prófugo del socialismo de Iceta que en el fondo sería aceptado incluso en el PSC.

En todo caso, este es un Presupuesto trascendental. En Ciudadanos, al parecer, existe la impresión de que serán los últimos de la era marcada por los años en el poder de Rajoy. Quizá piensan que el presidente intentará alargar la legislatura hasta el máximo de mayo de 2020 pero que no lo va a poder cumplir, que por esto lo más probable es que la presente legislatura se agote en diciembre del año que viene, tiempo en el que el partido de Rivera dará incluso -esa es su visión de la jugada- una sorpresa absoluta que le permita llevar a su presidente a La Moncloa.

Este es el resultado que aventan las encuestas internas que maneja Ciudadanos en las que existen también dos notas muy sobresalientes: la caída, dicen, en picado del Partido Popular y el repunte, corto pero repunte, de Podemos, que se instala otra vez en cómodo dintel del 20 por ciento.

Son sondeos abreviados que quizá incitan a Rivera a conformarse con la prolongación de esta legislatura, entre otras cosas porque ya manejan un escenario muy favorable para Ciudadanos: los muchos casos judiciales, desde la Púnica a la Gürtel que el PP va a tener que soportar en los próximos tiempos.

Así las cosas, los Presupuestos de 2018 convienen a los socios efímeros de Rajoy; a unos, el PNV, porque los precisan para su comunidad, y a otros, Ciudadanos, porque en ellos pueden introducir nuevas exigencias de tinte electoral, que le acarrearán grandes réditos en las urnas.

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