El secreto: cómo Rajoy siempre convence al PP de que no toca hablar de su relevo
El presidente del Gobierno sabía desde este jueves que estaba abocado a una moción de censura. Pero quería ir a la batalla con las espaldas bien cubiertas por los suyos. Y lo hará.
En su rueda de prensa de este viernes en La Moncloa, una periodista preguntó a Mariano Rajoy si sigue sintiéndose legitimado como gobernante después de que el tribunal de caso Gürtel cuestionara la credibilidad de su testimonio durante el juicio.
Acto seguido, Rajoy se preguntó en voz alta: "¿Quién reparte los certificados de credibilidad?". Y se contestó a sí mismo que los reparten los ciudadanos.
Cualquiera diría, a tenor de esa respuesta, que el presidente estaba pensando en elecciones, pero nada más lejos de la realidad. Sabe el líder de los populares que lo poco o mucho que quede de esta legislatura es lo que le queda a él de vida política. Así que hará lo que sea por no acortarla un solo día.
El presidente está tocado, muy tocado, pero irónicamente ha encontrado en esa moción de censura frankenstein que planea Pedro Sánchez la mejor pomada para su enésima herida de guerra.
Tradicionalmente, en el Partido Popular nada ha unido más a sus dirigentes que un enemigo externo, una causa por la que combatir con las filas bien prietas. Y de nuevo Rajoy la ha encontrado, por cortesía de Sánchez.
Cuando en el PP asoma el debate sobre su continuidad, Rajoy tiene la habilidad de cambiar de tema. Siempre
El presidente tiene la habilidad, siempre que asoma el debate sobre su continuidad, de dar a los populares una razón que justifique que no toca hablar de su relevo, que hay algo más importante como para estar mirándose el ombligo.
Cuando el PP catalán se llevó un severísimo castigo en las urnas del 21 de diciembre, ese "algo" era que el independentismo sumaba mayoría absoluta. A Rajoy le bastó agitar ese espantajo para que los populares, obedientes, se abstuvieran de hacer cualquier crítica a su líder por el desastre del PPC, que era el suyo propio en primera persona.
Ahora, ese "algo" es la moción de censura que pretende Sánchez no para convocar elecciones, sino para gobernar un tiempo indeterminado sin haber ganado los comicios y con el apoyo de la extrema izquierda y los independentistas.
Justo cuando los populares empezaban a preguntarse en voz baja -salvo Andrea Levy, la única en hablar claro- si acaso no ha llegado el momento de la retirada de Rajoy, ha salido el líder del PSOE con su nefasta idea de retomar aquel intento de investidura que se le truncó en marzo de 2016.
Y ahí Sánchez ha encontrado, enfrente, a todo el PP, como quería Rajoy. El líder de los populares envió primero a Fernando Martínez Maillo a trazar las líneas enemigas, y éste acusó al socialista desde Génova 13 de perpetrar una moción de censura que "debilita a España y da ventaja al independentismo".
Sin embargo en el último momento Rajoy se pensó mejor su decisión de no comparecer en La Moncloa y a última hora de la mañana apareció para escenificar su indignación con Sánchez. Su discurso llevaba implícito un mensaje al PP: de nuevo, no es momento de hablar de nosotros (nunca lo es).
Rajoy se ha asegurado de que irá a la moción de censura con las espaldas bien cubiertas por los suyos
Desde este jueves el presidente del Gobierno ya sabía que estaba abocado a someterse a una moción de censura, pero no es lo mismo hacerlo "con la retaguardia descubierta" -en palabras de uno de sus colaboradores- que con todo el PP detrás de él, todos a una sin cuestionar quién es el responsable de que los populares hayan llegado hasta aquí.
Sus movimientos de este viernes fueron en ese sentido: quería asegurarse Mariano Rajoy de que saldrá a dar esta batalla con las espaldas bien cubiertas, sin ruido interno, ni en la nacional ni en las baronías. Y así parece que será. Además, el año que viene hay elecciones municipales, autonómicas y europeas y las candidaturas no están hechas. A buen entendedor, pocas palabras bastan.