Sánchez implanta la “FAMOSOCRACIA” y lanza una OPA hostil a Ciudadanos
El fichaje del juez Grande-Marlaska en Interior y del periodista Màxim Huerta en Cultura, principales novedades del nuevo Ejecutivo. Robles acaba en Defensa e Isabel Celaá será la portavoz.
Un Gobierno con más mujeres que hombres, relativamente joven y vinculado a la misma generación de Pedro Sánchez, con algunos equilibrios internos dentro del PSOE, con una novedosa apuesta por el marketing político y la telegenia y con dos fichajes independientes de cierto relumbrón mediático: los del juez Fernando Grande-Marlaska y el astronauta Pedro Duque. Y el tercer fichaje insólito, el del periodista Màxim Huerta, como ministro de Cultura.
Un Consejo de Ministros que mira mucho más al centro que a la izquierda pura que ha defendido Sánchez desde su llegada al liderazgo del PSOE y que supone además una OPA hostil a Ciudadanos. "Agradezco a las personalidades que han aceptado", ha resaltado gráficamente Sánchez al presentar a sus nuevos 17 ministros, cuatro más que los que tenía Rajoy. Todos ellos destinados, parece, a dar la batalla en los medios y en la opinión pública, dado que lo tendrán mucho más difícil en el Parlamento.
Tras dos días de goteo de filtraciones cuidadosamente medidas, el presidente del Gobierno visitó en La Zarzuela al Rey Felipe VI para comunicarle oficialmente la lista con su nuevo gabinete para presentarlo después en sociedad en una declaración ante los periodistas en el Palacio de La Moncloa.
Conocidos la mayoría de los nuevos ministros antes de que los supiera el Jefe del Estado, las últimas novedades correspondieron a los llamados "ministerios de Estado": Defensa, Interior y Justicia, y a las carteras de Agricultura e Industria. La gran sorpresa es la del magistrado Fernando Grande-Marlaska, un hombre más cercano en su trayectoria al PP.
Muy respetado en la Judicatura, con buenos contactos en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, tiene tres grandes retos: la amenaza yihadista, la era postETA y la situación en Cataluña. Marlaska hará tándem con una buena conocida suya, la fiscal de la Audiencia Nacional Dolores Delgado, ministra de Justicia.
En Defensa recala finalmente Margarita Robles, que junto a Josep Borrell en Exteriores completan el núcleo duro. Ambos serán el rostro visible de España en el exterior. Robles asume el control del CNI, que vuelve a depender de Defensa y no de Vicepresidencia. Y para el desafío catalán llega a Administraciones Públicas Meritxell Batet, representante del PSC en el nuevo Consejo de Ministros.
Guiños a Bruselas en Economía
Respecto al área económica, Sánchez ha querido enviar un mensaje claro a Bruselas: no habrá un giro brusco a la estrategia marcada por Luis de Guindos hace seis años. Para ello deja la cartera en manos de la ortodoxia de Nadia Calviño, alta funcionaria de la Comisión Europea. Ortodoxia también en Hacienda con la consejera andaluza María Jesús Montero. Y para reformar las pensiones una experta en la Comisión del Pacto de Toledo, Magdalena Valerio.
Con Montero y Valerio, Sánchez lanza de paso dos guiños a dos barones que le fueron críticos: Susana Díaz y Emiliano García-Page.
Completan el equipo económico José Luis Ábalos en Fomento -el departamento más inversor en manos del número tres del PSOE; Luis Planas, un veterano de la era González, en Agricultura y Reyes Maroto en Industria.
Carmen Calvo, vicepresidenta; y Josep Borrell, Exteriores, serán los nuevos puntuales del gabinete Sánchez, junto a Nadia Calviño en Economía.
Del resto del Ejecutivo destaca el otro fichaje mediático, "galáctico" se ironiza en el PSOE, el astronauta Pedro Duque, que asume Ciencia, Innovación y Universidades. Trabajará codo con codo con la titular de Educación, Isabel Celaá, ascendida también a portavoz del Gobierno.
Celaá, que fue consejera del Gobierno vasco con Patxi López, representa la cuota del PSE-EE, tras caerse del gobierno el propio exlendakari, que figuraba en las primeras quinielas. Junto a ellos, Teresa Ribera se convierte en ministra de Transición Ecológica.
La nota de color del nuevo gabinete la pone el periodista y presentador de televisión Màxim Huerta, sorprendente ministro de Cultura de un gobierno marcado por la telegénica y el marketing político. Y que ha mirado mucho más fuera del PSOE que dentro.