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La hermana de Guardiola se ríe de Borrell: recupera su "embajada" y su sueldazo

La Generalitat reabrirá todas sus delegaciones en el extranjero cerradas en aplicación del 155 y restituirá a sus antiguos responsables. El ministro dice que no puede hacer nada.

Francesca Guardiola.

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El Govern de Quim Torra quiere devolver su empleo y sueldo a la hermana de Pep Guardiola y al resto de embajadores fulminados por el Ejecutivo central en aplicación del artículo 155, riéndose a la cara del ministro Josep Borrell.

El consejero de Acción Exterior, Ernest Maragall, ha anunciado la reapertura de las delegaciones de la Generalitat en el extranjero "inmediatamente", y en varias fases. Con sus antiguos responsables de nuevo al frente.

Primero abrirán sus puertas de nuevo las de Londres, Roma, Berlín, Nueva York, Washington y Ginebra, en cuestión de días.

Y un poco más adelante seguirán por las de París, Lisboa y Dinamarca. En esta última fue colocada Francesca Guardiola, la hermana del entrenador del Manchester City, un incondicional de la causa independentista.

"Cesca" perdió su trabajo y su sueldo VIP de más de 85.000 euros anuales en octubre. El de delegada del Gobierno catalán en Cataluña es, a día de hoy, el último puesto de trabajo que figura en su perfil de LinkedIn.

Ahora Torra quiere restituirla, una vez reabierto también el polémico Diplocat, el Consejo de la Diplomacia Pública de Cataluña que el independentismo usó en el pasado para hacer propaganda en el mundo. Y que, según Josep Borrell, "no se puede prohibir" porque "no contraviene ninguna norma".

En 2017 el independentismo gastó 29 millones de euros sólo en internacionalizar el procés. Diplocat fue un pozo sin fondo y amenaza con volver a serlo. Sólo el alquiler de su sede de 230 metros cuadrados en el 420 de la Avenida Diagonal de Barcelona cuesta 4.960 euros al mes.

En la delegación que siguió abierta pese al 155, la de Bruselas, los gastos son desorbitados. Tanto en el pago de las nóminas de sus 35 empleados como en el alquiler de la imponente oficina de 2.400 metros cuadrados, más grande que la embajada de España en Bélgica. Cuesta 900.000 euros al año.

Los alquileres de las embajadas cerradas no eran menos escandalosos. La de Estados Unidos, con 1,1 millones de euros al año, se lleva la palma. La de Francia ascendía a 895.000 euros. La de Ginebra, a 760.000. La de Italia, a 738.000. La de Austria, a 700.000. Las de Alemania y Polonia, a 500.000 euros cada una.