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La Manada filoetarra ataca a un grupo de chavales por cantar 'Viva España'

Con el Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Pamplona volcados con el universo abertzale, una agresión a la luz del día extraña menos: iban envueltos en ikurriñas,

Un momento de la agresión, extraído de uno de los vídeos tomados allí mismo

Publicado por
Marco Ballesteros

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Una auténtica Manada de violentos abertzales es la responsable del primer gran incidente de San Fermín, demostrando cómo el proceso de euskaldización impulsado por el Gobierno de la nacionalista Uxúe Barcos en la Comunidad y por el alcalde de Pamplona por Bildu, Joseba Asirón, libera sin disimulos a los peores representantes del independentismo navarro.

Los hechos se han producido además a la luz del día, con medio mundo mirando a través de televisión el célebre chupinazo que estrena los Sanfermines 2018 y con la plaza central poblada de miles de personas. Entre ellas, un grupo que, al calor de la fiesta, cantaba el famoso "Que Viva España" de Manolo Escobar.

Ese fue el detonante de una agresión de un número indeterminado de jóvenes, pertrechados con la misma ikurriña que no pudo ondear en la fachada del Ayuntamiento al no ser bandera oficial -el alcalde puso en su lugar un mástil vacío- y envueltos en banderas a favor de ETA.

Aunque las televisiones no le han prestado excesiva atención a los hechos, su gravedad es incuestionable al visionar los múltiples vídeos aficionados tomados in situ: La Manada se toma los cánticos como una agresión y responde a violentos puñetazos y patadas, mientras alguno de los filoetarras se tapa la cara con una ikurriña a modo de pasamontañas.

La agresión llega a derribar a uno de los presentes contra el suelo, entre patadas al aire y una creciente adhesión de otros abertzales presentes dispuestos a rematar la agresión, finalmente contenida por la actitud pacificadora de varios testigos.

Ni el alcalde ni el Ayuntamiento ni la Comunidad se han referido a este grave incidente, que rememora al intento de linchamiento de los guardias civiles de Alsasua, pero sí han tenido tiempo de alimentar el fuego radical que prendió esa pelea.

El propio regidor de Bildu no dudó en posar con una bandera abertzale, dentro del propio Ayuntamiento, el mismo día en que comenzaban las fiestas más cosmopolitas de Navarra, y presentó la imposibilidad legal de colgar de la fachada la ikurriña como una coacción, e incluso no dudó en recordar a los afectados por "la diáspora vasca" o a los agresores de Alsasua en un día tan señalado.

Otegi, el jefe

En el colmo de la subordinación de una fiesta universal al discurso abertzale, Joseba Asirón cedió al líder de Bildu, Arnaldo Otegi, un mensaje de saludo al mundo entero, repitiendo un mensaje suyo en el que el jefe presentaba a Navarra como una parte del País Vasco: "Un txupinazo emocionante. Disfrutad de las mejores fiestas del mundo. Y a las gentes que nos visitan, les damos la bienvenida a Euskal Herria. Welcome to the Basque Country. Gora San Fermin".

El alcalde, tercero por la izquierda, sosteniendo banderas independentistas dentro del Ayuntamiento incluso

Más ikurriña

El proceso de abertzalización de Navarra es incesante desde 2015 y se ha institucionalizado. De momento, la anulación de la Ley de Símbolos española para meter por los ojos a todos la ikurriña, es un hecho. Y nada aislado. La apuesta por el euskera, emblema de la política de la izquierda radical en el País Vasco, es total, aunque en el viaje incluso se subordine la enseñanza del inglés. Y hay algo más.

La presidenta, Uxúe Barcos, agradaría al mismísimo Arnaldo Otegi con una hoja de ruta marcada por la desaparición de la bandera de España y la apuesta por el euskera, dos certezas que forman parte de un plan mayor, recogido por escrito en el pacto del cuatripartito: someter a referéndum el estatus de Navarra.

Un eufemismo que, sumado a otro compromiso igual de genérico -"normalizar e impulsar las relaciones con la Comunidad Autónoma Vasca"- revela la intención real: derribar la histórica resistencia de Navarra a ser autónoma y española. E integrarse en 'el norte'.

Navarra no es la Cataluña secesionista. Pero sus Gobiernos sí se parecen, incluso en la composición e intenciones. Ambos son un batido de siglas, los dos dependen del partido más radical de cada autonomía y les hermana también haber puesto la 'construcción nacional' a la cabeza de todas sus prioridades.

En la Comunidad Foral, regida por un cuatripartito de difícil convivencia interna,Geroa Bai depende a la vez de Bildu, de Podemos y de Izquierda-Ezkerda. Un batiburrillo unido para echar al centro-derecha, mayoritario allí desde casi los tiempos de Sancho VI El Sabio, pero de compleja sintonía en todo lo demás.

Salvo en un asunto, el más importante de todos y el más decisivo en un momento convulso para España: profundizar con rapidez en la 'euskaldización' de uno de los reinos con más solera nacional para, de algún modo, intentar imponer la cosmovisión abertzale, ésa que perfila una Euskal Herría mística anexionando al actual País Vasco a Navarra y a Iparralde, en territorio francés.

Una locura histórica que, sin embargo, deja un reguero de decisiones para lograrlo, escondidas del debate nacional por la hegemonía del conflicto en Cataluña. Pero son algo más que indicios y puede hablarse, sin temor al equívoco, de un proyecto sin fisuras para alcanzar una meta a pesar de que levante sarpullidos en la mayoría de la población navarra.

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