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Batalla campal en el independentismo por el delirio de grandezas de Puigdemont

Los fieles al expresident fugado quieren volver a lanzar un órdago al juez Llarena y no suspenderle como diputado. Pero Roger Torrent y el entorno de Junqueras se acobarda. La cárcel pesa.

Los tres pilares de la nueva Generalitat: Elsa Artadi, Pere Aragonés y Quim Torra.

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Miguel Blasco

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El acatamiento del Parlament a la orden del juez Pablo Llarena para que Carles Puigdemont y el resto de procesados por el 1-0 sean suspendidos como parlamentarios; las negociaciones bajo cuerda entre el líder de facto de Esquerra, Pere Aragonés, y La Moncloa; y la oferta lanzada este martes por Pedro Sánchez para una nueva reforma del Estatut, han hecho volar por los aires la unidad de acción de los independentistas.

Y con gruesas palabras y acusaciones de "mentir", mientras Puigdemont sigue maniobrando a su antojo desde Alemania para crear un partido que fagocite al PDeCAT, a la propia ERC e, incluso, a la CUP. La víctima de esta guerra civil fue este miércoles el presidente del Parlament, Roger Torrent, que se vio obligado a suspender la celebración del último pleno del actual periodo de sesiones en Cataluña.

Todo después de que Junts per Catalunya admitiera la suspensión de los diputados que ha ordenado el Tribunal Supremo pero con una excepción: la de Puigdemont, que sigue aspirando -en espera de su extradición o no a España- a recuperar su cargo y culminar la independencia. Pero ERC se negó en redondo. Los dirigentes de JxCAT esgrimieron que todo estaba pactado con el partido de Junqueras. Pero Esquerra lo desmintió.

E, incluso, su portavoz fue más allá y acusó a sus antiguos socios de "mentirosos". "Hay una mayoría independentista que hoy pasa por un momento difícil, y hoy hay decepción al ver que JxCat mentía", señaló Sergi Sabriá.

La respuesta de Junts per Catalunya fue inmediata. Su portavoz en el Parlament, Albert Batet, aseguró que su grupo nunca aceptará la suspensión o la sustitución como diputado de Puigdemont pese a la resolución del Tribunal Supremo y añadió que esta es una "línea rojísima".

Los portavoces de Junts per Cat -con Eduard Pujol a la derecha- este miércoles en el Parlament tras la bronca con Esquerra.

Pero detrás de este cisma hay algo más. Se sitúan de nuevo las dos visiones que tienen ahora el partido de Puigdemont y ERC. Estos últimos quieren comenzar ya a gobernar y administrar las manos libres que les ha dado Sánchez con el levantamiento del 155 y del control de las finanzas de la Generalitat.

Y algo más. Esquerra espera un gesto de la Fiscalía que pueda modificar la petición de delitos para Oriol Junqueras, Raúl Romeva y Carme Forcadell, sus dirigentes encarcelados. El varapalo de la justicia alemana ha servido para que el vicepresidente de Torra, Pere Aragonés, haya instado al Gobierno a que tumbe el procesamiento por rebelión siguiendo la estela del tribunal de Schleswig-Holstein.

Y en este panorama tan enrarecido ha irrumpido Puigdemont con la presentación de su nuevo partido, la Crida Nacional, con la que quiere superar "instrumentos caducos". Una declaración de guerra en toda regla al PDeCAT, a ERC y la CUP.

Estas dos últimas formaciones ya han adelantado que no quieren saber nada de Puigdemont. Y la mitad de su propio partido, tampoco. El cisma parece irreversible a la espera de que el juez Llarena mueva ficha con el expresident fugado.

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