Brutal ataque del periódico del PNV a Albert Rivera con insultos: "Petimetre"
Uno de los columnistas de referencia de Deia se descuelga con una columna repleta de ataques a Ciudadanos. Un éxito electoral de los naranjas da pánico al nacionalismo vasco.
El PNV abrazó a Mariano Rajoy para aprobar los presupuestos generales de 2019 y, después, hizo lo propio con Pedro Sánchez para aupar al líder del PSOE al Palacio de La Moncloa. Pero en la sede central del partido de Ínigo Urkullu y Andoni Ortuzar, se sigue mirando de reojo a un tercer partido, Ciudadanos.
Desde su irrupción nacional en las última elecciones generales, en el PNV genera pánico la posibilidad de un buen resultado electoral que, fruto de los pactos, lleve a Albert Rivera al Gobierno de España. Y es que su discurso por la unidad y su decidido combate contra el cupo -el cuponazo se llama en Cs- y el resto de "privilegios" de los que goza el nacionalismo peneuvista, preocupa mucho a los dirigentes vascos.
Tal vez por eso, en el partido naranja no ha sorprendido el último y brutal ataque desde el PNV a Rivera. Ha sido en su periódico, el DEIA, y con la firma de uno de sus columnistas más importantes, Javier Vizcaíno. Un artículo que incluye insultos groseros impropios para un dirigente político que lidera a 32 diputados en el Congreso.
"Les pido siquiera 59 segundos de silencio por Albert Rivera. El que queda para completar el minuto pueden emplearlo en una estentórea carcajada a la salud (o así) del político hispanistaní que desde hace unos meses tiene por banda sonora un tango de Gardel con letra de Lepera", comienza el texto.
Entre insultos
"El chaval del Ibex (si es que sigue siéndolo) va de cráneo, cuesta abajo en la rodada, alternado las meteduras de cuezo con las de zanco, y estas, con cagadas bíblicas. Quién ha visto y quién ve al petimetre naranja del verbo florido (bien es verdad que topicudo y superficial) balbuceando sinsentidos ante cada alcachofa que le plantan frente al morro", prosigue.
Pero aún agria más el tono Vizcaíno. "Empieza a dar tanta pena como grima en su papel de boxeador sonado, sin saber si la sombra que pretende golpear es la de Sánchez, Casado, Torra o Iglesias. Y la cosa es que todos los mentados le han birlado los Donuts y la cartera. En las mismísimas narices, además, y cuando ya se veía -y le veíamos, no nos engañemos- tocando pelo gubernamental, devenido en híbrido de Suárez y Macron".
"Pero, en la enésima reedición del cuento de la lechera, el cántaro se le hizo añicos en el recodo más insospechado del camino. La moraleja vuelve a ser que hasta el rabo todo es toro y que en política, igual que en la misma vida, no siempre ocurre lo que parece impepinable", concluye.