Qué gran error sería que Cospedal fuese la candidata a las elecciones europeas
Tras la marcha de Sáenz de Santamaría, la exsecretaria general del PP deshoja su propia margarita. Algunas quinielas la sitúan en Bruselas pero tiene un posible destino mucho más cerca.
Cierto: todos los políticos dicen que se van una y mil veces y casi ninguno lo hace. Son como Pedro y el lobo: en tantas ocasiones avisó falsamente el pastorcillo que venía, que cuando llegó de verdad nadie le creyó. Es más: la mayoría de los que se marchan lo han hecho a empujones del que manda en el partido… y llegando a trompicones hasta la puerta con la petición de cerrarla desde fuera. Pero, como las meigas, “haberlos haylos” que han dejado sus cargos dignamente.
Miren a Mariano Rajoy, por no remontarnos más atrás. Se ha ido como los toreros que sacuden sus zapatillas para quitarse la arena de la plaza que nunca volverán a pisar por la ingratitud de su público. Lógicamente, el desengaño sufrido por quien fue líder del PP desde 2003 ha sido mayúsculo. Tras salvar España del rescate en sus perores momentos de crisis económica y enderezar su principal problema, el paro, una moción de censura capaz de poner de acuerdo en su contra a la mayoría absoluta de diputados lo apartó de La Moncloa.
Para colmo, acto seguido, en el Congreso convocado para elegir su sucesor, su patrocinada, la “niña de sus ojos”, Soraya Sáenz de Santamaría, pierde con estrépito vencida por un joven que es la antítesis del recetario marianista.
Esa derrota, igualmente, ha llevado a Sáenz de Santamaría, sin sitio en el nuevo PP de Casado, a seguir los pasos de su mentor político. Caprichos de las primarias, ese caballo de Troya de la “nueva política” para acabar con los partidos tradicionales.
Pues bien, quien está ahora en periodo de reflexión es María Dolores de Cospedal. La ex secretaria general del PP deshoja la margarita de seguir en la vida política o aceptar las “muchas ofertas” que le llegan desde empresas privadas. No perdamos la perspectiva: es una reputada abogada del Estado cuya experiencia vital incluye haber sido presidenta de Castilla-La Mancha y ministra de Defensa, por citar solo las más importantes de su dilatada vida pública.
Por las informaciones que me llegan, parece que, mientras su cabeza le aconseja irse, su corazón le pide quedarse. Así que, como casi siempre se ha guiado por su sentimiento más que por las conveniencias personales, probablemente acabará decidiendo alargar su contrato con el Partido Popular.
Incluso ya hay quien se lanza a la piscina para situarla como número uno en la lista al Parlamento europeo en las elecciones de mayo de 2019. Y pistas para que acierten quienes así piensan las hay, desde luego. Sobre todo, su reciente incorporación a la Presidencia de la Comisión de Exteriores del Congreso.
Tampoco es un rastro menor el que su equipo de confianza haya desembarcado en el grupo parlamentario: su ex jefe de gabinete, junto a la nueva portavoz, Dolors Montserrat; su ex secretaria, como asesora; y su directora de Comunicación, para llevar desde la Carrera de San Jerónimo las relaciones de los diputados populares con los medios. Todo indica que han quedado en stand by a la espera del destino de “la jefa”.
El sitio de Cospedal no está en Bruselas, sino en Madrid
Sin embargo, considero muy prematuro situar a María Dolores de Cospedal en Bruselas. Primero, porque no creo sea lo que ella desea. Y segundo y fundamental, porque sería desperdiciar su capital político.
Vayamos por partes. Cospedal jamás debería aceptar un encargo así. Antes que eso, mejor quedarse como está; o dejar la política. Porque el PP no la necesita ahí, y su retiro en la capital europea es meramente una muy elegante forma del “nuevo PP” de agradecerle los servicios quitándose de en medio un incómodo “jarrón chino”. Así será percibido además, por más empeño ponga en decir que le apetece ese giro en su vida. ¿Quiere seguir los pasos de Elena Valenciano?
Pienso que el mayor desafío de Pablo Casado está en Madrid y Cospedal sería un “fichaje” de campanillas para encabezar la lista a la Alcaldía. Ser alcalde de la capital de España es más que ser ministra. Eso sí sería darle a la ex número dos del PP un reto político de su nivel, adaptado asimismo a las necesidades de su formación política.
O eso… o si no, como dijo la misma María Dolores de Cospedal al anunciar el Congreso extraordinario del PP de Castilla-La Mancha donde dejará la Presidencia regional: “Una tiene que saber cuándo dar un paso atrás”.
Dicho de otra manera. O Cospedal sirve como ilusionante cartel del Partido Popular en Madrid, o mejor aceptar que su carrera política, como la de Rajoy y Soraya, se acaba.