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La ministra de Justicia es reprobada en el Senado, presa de un ataque de nervios

Podemos le retira su apoyo y el Gobierno y el PSOE aprietan los dientes sin saber si quedan más grabaciones por salir: si cae, la vía de agua en el Ejecutivo será irreparable.

Los ministros Delgado y Grande-Marlaska en el Senado.

Los ministros Delgado y Grande-Marlaska en el Senado.

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"Se va a mantener". La premonición de Carmen Calvo en los pasillos del Senado a propósito del futuro de Dolores Delgado sonó más a deseo que a realidad.

Ya no por el hecho de que la ministra de Justicia acabara el día reprobada en la Cámara Alta gracias a la mayoría absoluta del PP, un gesto político meramente simbólico sin consecuencias en la práctica.

Más bien porque el propio Pablo Iglesias, tan condescendiente en el pasado con Carmen Montón, ha pedido esta vez abiertamente la dimisión de Delgado: "Hay que alejar de la vida política a cualquiera que tenga amistad con los representantes de las cloacas", señaló el líder de Podemos y socio de Pedro Sánchez.

La ministra de Justicia paseó este martes su nerviosismo por el Senado, con la espada de Damocles sobre su cabeza y sin saber si en las próximas horas saldrán más grabaciones que puedan comprometer aún más su palabra.

Si cae la tercera ministra, la vía de agua será imposible de taponar

La tarde fue tensa en la Cámara Alta, conscientes como lo son los socialistas de que si cae la tercera ministra en poco más de 100 días, la vía de agua del Gobierno será imposible de taponar. Y a todo esto, Pedro Sánchez y su mujer haciéndose fotos con el matrimonio Trump.

Hubo una foto de Delgado y Fernando Grande-Marlaska tan forzada que no engañó a nadie, y después la propia ministra respondió a un par de preguntas de la oposición durante la sesión de control al Gobierno.

En una de ellas, la que le formuló la senadora del PP Esther Muñoz, perdió los nervios y acabó vociferando, para estupefacción general en el hemiciclo.


Después abandonó la Cámara Alta a toda prisa, sin pararse a hablar con la prensa -no fuera a ser que incurriera en una nueva contradicción- y sin esperar al debate sobre su reprobación. Que, en realidad, estaba planteado en el orden del día por el papel del Gobierno en la no defensa/defensa del juez Llarena en Bélgica, pero acabó derivando al terreno de Villarejo.

"¿A ustedes no les importa que la notaria mayor del Reino mienta?", preguntó la senadora del PP Cristina Ayala a los partidos que se mostraron contrarios a esta reprobación (salió adelante con los votos a favor del PP, Cs y Foro Asturias).

Para entonces, para la hora del debate, no quedaba un solo ministro en la bancada del Gobierno. Ni siquiera la portavoz, Isabel Celáa. La imagen era la de un Ejecutivo ausente, incapaz de dar la batalla por Dolores Delgado.

Y la batalla va a seguir, puesto que una vez reprobada el secretario general del PP, Teodoro García Egea, anunció que ahora al principal partido de la oposición solo le vale la dimisión de la titular de Justicia. Que este miércoles vivirá la siguiente estación de su vía crucis: la sesión de control al Gobierno en el Congreso.

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