El polvorín del independentismo estalla en el Parlament y abrasa a Torra
El pulso entre Puigdemont y Junqueras, larvado durante meses, deja al separatismo en minoría, dividido y sin poder sacar adelante sus desafíos retóricos al Estado. La estampa fue surrealista
Puigdemont y Junqueras están a palos desde hace meses, pero nunca como hasta este martes se pudo comprobar con tanta virulencia: la negativa de ERC a aceptar que se contabilizaran en el Pleno del Parlament los votos del propio expresidente fugado en Bélgica y de tres diputados encarcelados -Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sánchez- dinamitó en público su ya precaria alianza.
Con unas consecuencias muy relevantes desde el primer momento: la falta de cinco votos en el bloque independentista (a los citados hay que sumarle el del también fugado Toni Comín) le ha dejado en 65 escaños si se cuenta a la CUP para votar, por ejemplo, el respaldo del Parlament a la autodeterminación de Cataluña o la reprobación del Rey Felipe y la "abolición de la Monarquía", tal y como se exigía en resoluciones parlamentarias que no prosperaron.
Los 65 diputados del bloque constitucionalista fueron suficientes para impedir que prosperasen esas iniciativas, de carácter retórico, pero sobre todo para hacer visible la fractura entre el PDeCat y ERC. O lo que es lo mismo, entre Puigdemont y Junqueras; con Quim Torra de presidente nominal vapuleado por los vaivenes entre ambos partidos y la presión de los CDR.
El pulso entre los dos capos del soberanismo tiene una parte formal clara, que no es otra que la indignación de Junqueras por la actitud de Junts pel Catalunya, empeñada en hacer valer los votos de sus diputados en prisión o huidos en lugar de hacer como el líder de ERC o su compañero Raúl Romeva: utilizar la prerrogativa concedida a todos por el juez Pablo Llarena, según la cual cada uno de los diputados suspendidos podrían designar un sustituto.
Partidos en dos
Eso es lo que hicieron los republicanos; y a lo que se negaron las huestes de Puigdemont, dejando vendido en el camino a un Torra superado por las circunstancias. "Estamos convencidos de que la mayoría de 61 escaños permitirá mantener al actual Govern y seguir impulsando el proyecto republicano", señalaron en un comunicado conjunto los miembros de Junts y PDeCAT suspendidos o fugados.
Y en otro, que exhibe con crudeza la crisis del procés, la debilidad de la Generalitat y la fractura del soberanismo, respondió Junqueras desde la cárcel: "El acuerdo (se refiere a la concesión de Llarena) permite garantizar nuestros derechos como diputados. Por encima de todo tenemos que preservar la mayoría independentista, no nos podemos permitir poner en riesgo la gesta del 21D", señaló en referencia a unas elecciones que, en realidad, ganó Inés Arrimadas.
El mismo enfrentamiento que está presente desde antes de esos comicios, cuando Puigdemont y Junqueras se negaron a presentarse en una lista única, detona ahora con estrépito y deja abierta, más que nunca, la puerta a una caída del Govern.