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La importancia de llamarse Pablo Casado Blanco

El "todo PP" arropa a su presidente en un desayuno de Europa Press. "Me veo gobernando pronto", asegura el líder de los populares, para quien Vox no es un problema mayor.

Pablo Casado, instantes antes de su intervención.

Publicado por
Israel García Juez

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Pablo Casado Blanco es la esperanza blanca del PP. Un joven preparado, con un aspecto pulcro y solvente a la hora de abordar los temas que verdaderamente deben preocupar a los ciudadanos enterados. Prueba de ello ha sido la multitudinaria asistencia para escucharle en el desayuno organizado por Europa Press en el prestigioso Hotel Villamagna de Madrid.

Graciano Palomo me decía entre risas: "Todos estos viene por si acaso". El propio Casado lo tiene claro: "Me veo gobernando pronto", aseguró, pues considera que el PSOE está llevando a este país por una senda peligrosa y no sólo en materia económica.

De hecho, afirma contar con gente que le va a hacer sombra por su brillantez y personal de prestigio suficiente para conformar dos equipos económicos de primera. Que al final, dicen muchos, es la única política social verdaderamente relevante: aquella que dota a un país de empleo, recursos suficientes en los bolsillos del personal y hace que las naciones crezcan y atraigan talento y población .

Uno de los temas que más preocupan a los sesudos politólogos es ver cómo puede impactar sobre el voto conservador la irrupción de Vox. Casado recuerda que ya se han presentado en anteriores elecciones y que sus votos han servido, debido a nuestro nefasto sistema electoral, a nutrir las bancadas de Podemos. Y que por ejemplo, gracias a las papeletas de Vox en Madrid, Manuela Carmena sea hoy alcaldesa de la Villa y Corte.

Así que hizo un llamado a la optimización del voto pues en lo fundamental, dice él, comparten muchas cosas ambos electorados. Denunció que estamos siendo la generación más egoísta de la historia, pues cargamos de gasto y responsabilidades a nuestros hijos y nietos por la deriva populista del actual Gobierno y criticó no sólo los presupuestos del PSOE, sino la profusión de impuestos, las medidas anticíclicas y cómo se encargan siempre de buscar problemas entre los españoles donde no los hay.

Dice ser, a diferencia de Susana Díaz, un político que dice la verdad, pues es más fácil mentir y obviar las cuestiones más duras de la administración pública. Con todo, augura un buen resultado en Andalucía pues la gente, esa de la que se apropia Díaz, sabe cómo gestiona el PP.

Por lo demás, quiso concienciar al personal sobre el pensamiento liberal conservador con muchas citas pero la gente quería sangre electoral y se vieron algunos bostezos mañaneros entre los tendidos.

Entre los asistentes pudimos ver al televisivo Daniel Lacalle, llamado a ocupar altas responsabilidades en un Ejecutivo económico de Casado; al bueno de Jorge Cosmen, cuyos autobuses últimamente no hacen más que ofrecer desgracias; o al financiero Claudio Boada, que por mucho frío que haga es difícil verle con abrigo. ¿Será que aplica el ahorro de costes financieros sobre su propio armario?

También pude ver a Víctor Calvo-Sotelo, expresidente de Correos y el único hombre que conozco que es capaz de emprender un viaje de Madrid a Galicia en una moto de 125. Lógicamente la moto está para cambiarle la junta de la culata y tuvo que regresar probablemente en un autobús de Alsa.

Fue gracioso observar la llegada de la diputada Beatriz Escudero, aclamada por sus compañeros de partido como la heroína que se defendió de un tal Rufián, que ha hecho del tabernismo práctica habitual en sus declaraciones e intervenciones parlamentarias.

La portavoz del PP en el Congreso, Dolors Montserrat.

Teodoro García Egea y Javier Maroto.