La ministra Delgado toca fondo, humillada por la elección de Marchena en el CGPJ
La agonía política de la todavía titular de Justicia se ha hecho más evidente con la designación de un juez conservador enemistado con ella misma y con su padrino, Baltasar Garzón.
"Esta es la estocada definitiva a Dolores Delgado, una humillación y una bofetada en toda regla que demuestra su extrema debilidad. Y si no dimite, es porque Sánchez no se lo puede permitir". Esta es la reflexión, en conversación con ESdiario, de un fiscal de la Audiencia Nacional, compañero de muchos años de la actual ministra de Justicia.
Y la estocada a la que este veterano funcionario del Ministerio Público se refiere, es la designación por Pedro Sánchez del magistrado Manuel Marchena como futuro presidente del Consejo General del Poder Judicial y, por tanto, del Tribunal Supremo. Para los próximos cinco años.
Contra el criterio de Delgado -que había propuesto hasta tres nombres alternativos aunque su apuesta personal era la magistrada de la Sala Tercera, Pilar Teso-, el líder del PSOE ha aceptado la propuesta de pacto lanzada por el presidente del PP, Pablo Casado. Marchena, un conservador, al frente de un CGPJ de mayoría y línea de actuación progresista.
Ese era el verdadero objetivo de Sánchez, garantizarse junto a Podemos -que incluirá a su exdiputada y jueza Victoria Rosell en el órgano- la mayoría de voto. Pero, lo que ha sorprendido a muchos juristas consultados por este periódico, algunos del entorno de la propia Delgado, es la humillación indiscutible que la elección de Marchena supone para la ministra.
¿La razón? El magistrado que dirigirá el Poder Judicial es el enemigo público número uno del padrino político de Delgado, el exjuez de la Audiencia Nacional y su amigo personal, Baltasar Garzón.
Carlos Lesmes saluda a Manuel Marchena en un acto en el Tribunal Supremo.
De esta forma, Marchena, uno de los magistrados del Supremo que condenó por prevaricación a Garzón, será el último responsable de su recolocación si el exjuez logra el indulto del Gobierno socialista, indulto por el que según las fuentes consultadas la propia ministra Delgado lleva meses maniobrando.
En varias ocasiones, Garzón ha utilizado palabras gruesas contra Marchena, cuyo voto contribuyó a la condena a 11 años de inhabilitación que el extitular del Juzgado Central 5 de la Audiencia Nacional recibió por la escuchas ilegales del caso Gürtel. Pero aún hay más. Marchena fue el instructor de otra de las causas que más humilló en su día a Garzón y su trayectoria de juez insobornable: la de los cobros del Banco de Santander por sus opacos cursos patrocinados en Nueva York.
Garzón ha arremetido contra el futuro presidente del Supremo en varios artículos y en su libro En el punto de mira, en el que llega a asegurar que "sabía que estaba condenado desde el inicio del juicio".
Tras acusar a Marchena de "imparcial", el mentor de la ministra de Justicia afirma: "La consolidación de los indicios ha demostrado hasta la saciedad que el procedimiento, juicio y condena a los que fui sometido fueron inocuos y obedecieron a razones ajenas a un verdadero sentido de la justicia".
Pero Garzón va más allá y verbaliza por qué ha convertido a Marchena en su enemigo público número uno. Dice respecto a la investigación de los cobros del Santander: "Todavía estoy buscando la base jurídica que justifica que la actuación cuando menos extraña del Tribunal Supremo y, especialmente, de quien (Marchena) hoy asume la presidencia de su Sala Segunda, el mismo que demostró -y sigue haciéndolo- una animadversión congénita contra mí".
Por eso, según reconocen fuentes jurídicas, el objetivo de Garzón de aprovechar la llegada de Dolores Delgado al Ministerio para "mangonear" a su antojo en el Poder Judicial, ha recibido un varapalo de enormes dimensiones. Pero es que las grabaciones de Villarejo han dejado a la pareja Delgado-Garzón, tocada y hundida.