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El hundimiento: Sánchez toca fondo en el Congreso con una imagen que resume todo

El presidente del Gobierno fue la viva imagen de la impotencia ante la contundencia de Casado y Rivera, maniatado por el independentismo del que depende. La bancada socialista fue un drama.

Pablo Casado durante su intervención.

Pablo Casado durante su intervención.

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Y Pedro Sánchez parió un ratón. Había alimentado La Moncloa la falsa expectativa de que el presidente iba a aprovechar su comparecencia de este miércoles en el Congreso para enseñar los dientes del Estado al independentismo.

Pero nada más lejos de la realidad. Sánchez afirmó muy solemne en la tribuna de la Cámara que dará una "respuesta firme, serena, proporcional y contundente" a cualquier embate de los de Quim Torra, pero se quedó en el terreno de las palabras. De un inocente no me busquen, que me encuentran.

Ni 155 -por más que se lo exigieron Pablo Casado y Albert Rivera- ni tampoco aplicación de la Ley de Seguridad Nacional para intervenir los Mossos ante el problema de seguridad y orden público que padece Cataluña. Todo lo más que anunció Sánchez fue que, si persiste la dejación de funciones de la policía catalana, enviará a la región "un número suficiente de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado". Eso y una subida del salario mínimo interprofesional en el Consejo de Ministros del día 21 que a día de hoy no tiene con qué pagar porque no hay Presupuestos.

Puso el presidente la otra mejilla al independentismo y los portavoces del PDeCAT y ERC hicieron lo que se esperaba: darle una bofetada. O mejor dicho, un ultimátum: o referéndum o nos abocará de nuevo a la "desobediencia", le avisó Joan Tardà.

En la bancada del PSOE las caras de preocupación eran evidentes, porque algunos albergaban la esperanza de que Sánchez virara de forma clara en su estrategia catalana después del desastre andaluz, cuya onda expansiva se ha extendido a todas las comunidades. Y no fue así.

En la bancada del PP, por contra, las caras eran de satisfacción. En su segundo gran duelo parlamentario, Casado pasó por encima de Sánchez con la apisonadora de sus socios en la moción de censura, la criptonita del presidente. "Su aventura ha terminado", le espetó el popular.

Carmen Calvo salió rauda al pasillo a hablar con la prensa. La imagen de la derrota, la que lo resume todo.


Como los asesores de Sánchez vieron claramente que estaba perdiendo el debate, terminada la primera ronda de intervenciones se produjo un hecho insólito: mientras él seguía en su escaño, la vicepresidenta convocó a la prensa fuera del hemiciclo para explicar lo que había explicado Sánchez dentro. Carmen Calvo al rescate para afearle a Casado su discurso "pobre" y su tono "faltón" y a Rivera el suyo "autoritario" e "incendiario".

El presidente no tuvo su mejor día, no. Porque atraviesa por un momento crítico. En su primer turno de palabra incluso estableció un paralelismo entre Cataluña y el Brexit, sin darse cuenta de que comparando uno y otro estaba anticipando la victoria del sí en un eventual referéndum catalán.

Y en su segundo turno tiró del comodín de la extrema derecha para recriminarles a Casado y a Rivera su "gran error histórico" de abrazar a Vox. Ya se sabe cómo le fue a Susana Díaz en campaña la estrategia de agitar el miedo a un partido cuyo presidente llevó escolta 12 años porque estaba amenazado por ETA.

El debate de este miércoles afianzó la sensación de que esto no da más de sí.

Pedro Sánchez mezcló Cataluña, el Brexit y la extrema derecha en la misma coctelera.

Pedro Sánchez mezcló Cataluña, el Brexit y la extrema derecha en la misma coctelera.

Albert Rivera aplaudido por su bancada.

Albert Rivera aplaudido por su bancada.

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