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Vox se le revuelve al PP: Casado negocia la forma de contentar a Abascal

Los secretarios generales de ambos partidos celebraron este martes una reunión de varias horas que acabó sin acuerdo y quedaron en seguir hablando este miércoles. Vox marca terreno.

Los secretarios generales del PP y Vox en una reunión anterior.

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El documento que este martes hizo público Vox poniendo precio a su apoyo a la investidura de Juan Manuel Moreno, justo cuando su secretario general estaba reunido con el del PP, ha descolocado a los populares y aumentado su indignación, porque creen que están pidiendo imposibles y lo saben.

Así se lo trasladó Teodoro García Egea a Javier Ortega en una reunión de varias horas que acabó pasadas las 22.30 sin acuerdo. Este miércoles volverán a verse para tratar de avanzar.

Pablo Casado y los suyos han ido viendo cómo, con el transcurso de las semanas, Santiago Abascal ha pasado de pregonar que Vox no sería "obstáculo para el cambio" a lanzar un órdago a grande que incluye remover algunos cimientos del Estado de Derecho. Entre otras cosas, la derogación de la ley contra la violencia de género y la de protección del colectivo LGTBI.

La primera reacción del PP fue expresar su frontal rechazo a un documento que, según Génova 13, es "inaceptable" e incluye puntos que son "un auténtico despropósito". "Si no cambia su postura, Vox estará desperdiciando una oportunidad histórica", se lamentaron, trasladando así la carga de la culpa a la marca verde (táctica que hasta ahora no ha funcionado con ellos).

Ciudadanos, por su parte, optó por hacer oídos sordos: "En Cs estamos centrados en el cambio para Andalucía, ultimando un acuerdo histórico para un gobierno de cambio que mande al PSOE a la oposición después de 40 años en la Junta(..). Estamos muy cerca de cerrar ese acuerdo que se está negociando únicamente con el PP", señalaron.

Ahora los populares ya saben cómo se las gastan en Vox; lo que no saben aún es hasta dónde están dispuestos a llegar. ¿A obligar a repetir las elecciones? No parece. Lo que parece es que Vox quiere hacer sudar al PP para la investidura de Moreno y, de paso, ganar puntos entre sus votantes y potenciales votantes. Porque con medidas como la expulsión de 52.000 inmigrantes ilegales, lo hace.

Luego, una vez que arranque la legislatura, será otro cantar. Lo único inamovible de ese documento es el punto 19, el último: "Vox declara que no prestará su apoyo parlamentario para la implantación, asignación de presupuesto y/o desarrollo de leyes ideológicas que a su juicio vulneran derechos y libertades". De hecho el resto son, literalmente, "propuestas"; la formación no emplea el término "exigencias" en ningún lado.

Pero, ¿qué ha ocurrido para que Abascal haya dado un giro copernicano?

La mañana después de la noche electoral, Juan Manuel Moreno ya adelantó fuera de micrófono a un reducido grupo de periodistas en la sede nacional del PP cuál sería su hoja de ruta: pactar un acuerdo de legislatura con Ciudadanos que incluyera un gobierno bipartito y después, solo después, buscar el apoyo de Vox desde fuera.

Creyeron los populares que Abascal, su excompañero y con quien Casado habló la misma noche del 2 de diciembre, apoyaría el cambio por el cambio. Al modo de lo que hizo el entonces líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, con el socialista Patxi López cuando en el País Vasco se presentó la oportunidad de investir a un lendakari no nacionalista.

Pero resultó que Vox realmente fue consciente de hasta qué punto tenía la sartén por el mango cuando exigió el sitio que le correspondía en la Mesa del Parlamento. Y entre eso y el "discurso de odio y exclusión" al que consideran los de Abascal que han sido sometidos -como remachaban en su documento de este martes-, se fueron creciendo.

En Vox no han gustado nada, además, los gestos de menosprecio hacia ellos de algunos dirigentes ya no de Ciudadanos, sino del PP. De Alberto Núñez Feijóo a Borja Sémper: el necesario acercamiento entre el PP y Vox y la estrategia que han de seguir es motivo de debate entre los populares en toda España, porque después de las andaluzas vendrán las municipales, autonómicas y europeas.

En esa clave se entiende también el golpe en la mesa de este martes. Vox quiere hacer entender al PP que, de cara a los pactos postelectorales, ni en Andalucía ni en ningún otro lugar será su perrito faldero. Si quiere su apoyo tendrá que ganárselo.