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La graduación de Casado: de presidente del PP a líder del PP en solo seis meses

Rajoy iba de visita a sus propias convenciones. Casado ha sido, en cambio, el anfitrión de la primera de las suyas. Siempre en el foco, ejerciendo. En medio año su evolución es notoria.

Pablo Casado y su mujer durante la jornada de clausura de la Convención.

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Del Congreso de julio Pablo Casado salió presidente del PP. De la Convención de enero sale líder del PP, como proclamó José María Aznar ante cientos de cargos y militantes del partido. Uno "como un castillo", según el expresidente.

"Un presidente se elige. Un líder se forja", resumía este sábado uno de los miembros de su dirección, entusiasmado con lo bien que le han salido las cosas a Casado en este cónclave y lo que ha crecido políticamente en estos seis meses.

Hasta convertirse en eso, en el líder, como le reconoció Juan Manuel Moreno este domingo sobre el escenario del Ifema, un reconocimiento cargado de simbolismo habida cuenta de que el andaluz fue, sin duda, el barón que más hizo por la campaña de Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias.

Casado ha evolucionado de presidente a líder del PP en medio año

La principal clave de esta evolución de Casado, de presidente a líder, hay que buscarla en Andalucía. Haber conquistado la Junta después de 36 años, pese a los malos resultados electorales del PP -dicen, juran y perjuran que sin Casado habrían sido mucho peores-, ha desactivado cualquier crítica a su estrategia.

Y eso que las hubo al principio, por su hiperexposición pública y por intentar ganar todas las batallas e intentar ganarlas el primer día, según le recriminaban algunos de los suyos en otoño.

Pero nada como el poder para amansar las aguas internas, incluso las de un PP andaluz que llevaba años de guerra fratricida, agravada en el Congreso sucesorio. La delegación andaluza se ha paseado estos tres días por los pasillos del Ifema triunfal, pletórica, hablando maravillas de un Juan Manuel Moreno en el que muy pocos creyeron y que este domingo hablaba a sus compañeros de Convención con un carisma y una fuerza hasta ahora desconocidas en él.

Y ése, el de Andalucía, es el modelo que quiere exportar Casado a las municipales, autonómicas y, después, a las generales. Desde su entorno se muestran convencidos: "Ganará y gobernará a la primera", aseguran sin ningún género de dudas. Y si algo ha demostrado el presidente del PP es confianza en sí mismo y tenacidad.

Casado ha ocupado todo el espacio en esta Convención. Siempre en el foco. No es un detalle menor que haya estado sentado en primera fila durante absolutamente todo el programa, a diferencia de lo que hacía Mariano Rajoy, cuya silla casi siempre estaba vacante. Rajoy iba de visita a sus propias convenciones. Casado ha sido, en cambio, el anfitrión de la primera de las suyas.

Anfitrión de Rajoy, de José María Aznar, de María Dolores de Cospedal, de Soraya Sáenz de Santamaría, de Manuel Pizarro, de Mario Vargas Llosa...

Casado ha edificado su liderazgo sobre la consecución del poder en Andalucía y la confección de las candidaturas

Andalucía es una de las primeras piedras con las que Casado está construyendo su liderazgo. La otra son las candidaturas autonómicas y municipales.

Al jefe de filas de los populares no le ha temblado el pulso a la hora de designar candidatos que no contaban con la bendición de la dirección regional, provincial o de ninguna. Lo ha hecho en Asturias, Cantabria y Castilla y León. Siempre con la complicidad de su número dos, Teodoro García Egea, su general secretario.

El caso de Segovia ejemplifica bien que Casado es presidente y ejerce: el comité electoral del PP de Segovia aprobó la designación por unanimidad del portavoz del PP en la Diputación como candidato a alcalde. Un día después, Génova dio un golpe en la mesa, la desautorizó y nombró en su lugar al joven Pablo Pérez, amigo personal de García Egea.

Durante la clausura de la Convención, el líder de los populares se dirigió a los populares para decirles: "El PP ha vuelto fuerte y unido". Más que una afirmación, sonó a advertencia. Como dijo su número dos en la inauguración y reiteró Aznar en la segunda jornada, "ni tutelas, ni tutías".

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