El éxito histórico del 10-F en Colón asfixia a Sánchez: "Está herido de muerte"
El poder de convocatoria del centro derecha ha resultado tan apabullante que el intento de la Delegación del Gobierno por esconderlo ha sido en balde. La legislatura agoniza con él.
El éxito sin precedentes de la convocatoria de este domingo en la plaza de Colón -200.000 personas según el PP y Ciudadanos- supondrá "un antes y un después" en esta legislatura, como proclamó Albert Rivera. Y Pablo Casado fue aún más lejos: "El tiempo del Gobierno de Sánchez ya ha acabado".
El centro derecha quiso medir su capacidad de movilización en un momento crítico de Pedro Sánchez y la respuesta de la calle fue tan evidente y multitudinaria que, al término de la concentración, todos los líderes políticos abandonaron el lugar con la firme convicción de que el presidente "está herido de muerte", como resumía a ESdiario un miembro de la dirección nacional del PP.
José Luis Rodríguez Zapatero tuvo su mayo de 2010, aquel mes de los recortes que, con la perspectiva del tiempo, acabó siendo su tumba política. Pedro Sánchez está teniendo su febrero de 2019. Y sin tiempo de recuperarse se le viene encima el miércoles la votación de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos.
A juzgar por la marea rojigualda que este domingo se echó a las calles de Madrid y de otras ciudades españoles, da la sensación de que la paciencia de muchos españoles se agotó cuando el martes negro Sánchez decidió "negociar con la soberanía nacional" -en palabras del manifiesto leído en Colón- y aceptar la figura de un relator.
Y ni el intento a la desesperada del Gobierno de contener el desastre el viernes al anunciar la ruptura de las negociaciones con el independentismo desactivó lo que se estaba gestando para este domingo, con decenas de autobuses llegados desde todos los puntos de España. Solo desde Andalucía y la Comunidad Valenciana, el PP fletó 55.
En el ambiente se respiraba una indignación solo comparable a la que sacó a las calles a cientos de miles de españoles en los primeros meses de 2007 para protestar contra la negociación del Gobierno de Zapatero con ETA durante la tregua trampa (entonces, como este domingo, las concentraciones también acababan con el himno nacional).
"Ojalá dimita hoy mismo", decía Vicente a la salida del cercano metro de Alonso Martínez, camino del epicentro de la concentración. Desde la calle Génova, atestada de gente que apenas podía avanzar, se divisaban miles de banderas de España ondeando al desapacible viento que soplaba a esa hora en la capital.
La Delegación del Gobierno trató de suavizar la bofetada a Sánchez rebajando el número de asistentes a 45.000. Pero las fotografías aéreas hablaban por sí mismas.
Más allá de siglas políticas, que no las había, lo que unió este domingo en Colón a siete partidos y a decenas de miles de españoles fue el deseo de ser llamados a las urnas de inmediato, tal y como prometió el socialista durante la moción de censura y no cumplió.
Así precisamente acababa el manifiesto que leyeron los periodistas María Claver, Albert Castillón y Carlos Cuesta (propuestos por PP, Cs y Vox, respectivamente, puesto que los tres partidos acordaron dejar el protagonismo a la sociedad): "Exigimos al presidente del Gobierno la convocatoria inmediata de elecciones generales para que todos los españoles puedan decidir su futuro. ¡Viva la Constitución!, ¡Viva España!".
Fue antes de una foto de familia en el escenario que no dejó la imagen más buscada, la de Casado, Rivera y Abascal codo con codo. El líder de Cs se hizo el escurridizo y se encargó de que entre él y el presidente de Vox mediaran cinco personas: Begoña Villacís, Yolanda Ibáñez (secretaria general de UPN), Carmen Moriyón (presidenta de Foro Asturias), Pablo Casado y Cristiano Brown (presidente de UPyD).
Y, aunque los partidos habían acordado que no hubiera siglas, cada uno se las ingenió para dejar su impronta. Los carteles más evidentes eran los encargados por Vox, en su color verde corporativo y con una frase lapidaria impresa: Golpistas a prisión. Repartieron cientos.
El acto concluyó en poco más de 30 minutos, aunque el gentío tardó mucho más en dispersarse, mientras por megafonía atronaba el pasodoble Que viva España de Manolo Escobar y los manifestantes inmortalizaban el decorado.
Ahora quedan varias preguntas en el aire, aunque todas dependen de la respuesta de una sola: si Sánchez se parapetará tras sus barones y dejará que estos paguen por él o si por el contrario se avendrá a convocar elecciones generales, probablemente coincidiendo con el 26 de mayo.
Si no lo hace, queda por saber si el PP, Cs y Vox seguirán llamando a las calles como forma de aumentar la presión o, incluso, si Casado estará dispuesto a presentar una moción de censura como ya están pidiendo desde diversos ámbitos. De momento él no lo ve nada claro y este domingo se limitó a pedir a los manifestantes que convirtieran las elecciones de mayo "en una moción de censura en las urnas a la actuación del Gobierno de Pedro Sánchez".