El escalofrío que ya recorre al PSOE: lo que arriesga Sánchez en solo dos meses
Los socialistas, que salieron tocados en 2015 de las autonómicas y municipales y más aún de las últimas generales, se juegan su ser o no ser como partido nacional entre el 28-A y el 26-M.
A todo o nada. A una arriesgada carta. Pese a algunos consejos que le recomendaban aguantar hasta octubre para calibrar primero las consecuencias de la factura de la triple cita electoral de mayo, Pedro Sánchez ha decido jugarse el futuro político del PSOE, y no solamente el suyo propio, en la ruleta de las urnas que comenzará a girar el 28 de abril para terminar de hacerlo el 26 de mayo.
Y visto el fracaso monumental de su alianza con el independentismo, el antecedente andaluz y las tendencias de todas las encuestas, un escalofrío ha comenzado a recorrer el PSOE entero, un partido que ya coquetea desde hace varios años con su suelo histórico y asiste entre perplejo, noqueado y aterrado a dos exámenes en las urnas que van a alumbrar un poder político y territorial que nadie se atreve ahora a atisbar.
Y es que entre las generales de abril y las municipales, autonómicas y europeas de mayo, Sánchez pone en juego todo su patrimonio. 84 diputados -su mínimo en más de cien años- y 57 senadores; seis presidencias autonómicas -todas ellas gracias al oxígeno de los votos de Podemos-; 2.600 alcaldías y casi 21.000 concejales.
La tendencia no puede ser más preocupante. En las municipales de 2015, Sánchez perdió 336 alcaldías y casi 1.000 concejalías. Y en las generales, en apenas seis meses, colocó al PSOE en su récord negativo en décadas, pulverizando para mal los resultados de Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba, que ya recogió un poder socialista en coma.
Sánchez ya no tiene margen en sus expectativas electotales. Sus diputados ya están en mínimos históricos.
El antecedente del 2-D en Andalucía planea desde ya mismo sobre todas las sedes del PSOE. Todos los respondables territoriales de Organización tienen cita en Ferraz este martes. Y en la víspera, Sánchez ha convocado a su Ejecutiva Federal para preparar los comicios. Hay, además, un Comité Federal a la vista para cerrar las listas electorales.
Y los barones temen la guerra interna que el sanchismo puede provocar si decide purgar las candidaturas al Congreso y al Senado -al margen de las de mayo- para imponer a los afines. Cabe recordar que de los 84 diputados que comanda Adriana Lastra, 70 fueron entusiastas soldados del susanismo.
Los barones llevan meses advirtiendo a quien quiere oírles que Sánchez conduce al partido "al precipicio" por su agenda catalana y su giro a un izquierdismo que ahuyenta a parte de su votante tradicional. Y exhiben a esos 400.000 votantes del PSOE-A que se quedaron en su casa dando la espalda a Susana Díaz hace dos meses.
Estos mismos barones saben bien que la financiación de su partido y de la inmensa red clientelar que lo apuntala en muchas autonomías, como en Extremadura o Castilla-La Mancha, depende en gran medida de los resultados del 28-A y del 26-M. Sin capacidad de reacción ante un posible descalabro-dominó. Eso explica lo del escalofrío.