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Sánchez se la devuelve envenenada a Felipe y Guerra, endiosado por las encuestas

El presidente presentó este jueves su libro en compañía de Mercedes Milá y Jesús Calleja, además de la de casi todos sus ministros. Y dejó la puerta bien abierta a una segunda parte.

Sánchez se la devuelve envenenada a Felipe y Guerra, endiosado por las encuestas

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Israel García-Juez

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Pedro Sánchez ha tenido que recurrir a su Gabinete para dar una sensación de que personas importantes acudían a la presentación de su libro.

Ningún presidente del Ibex, ningún gran empresario, ningún líder social, nadie salvo sus más leales han hecho acto de presencia en una obra que tiene el dudoso honor de estar escrita a cuatro manos (forma mona de decir que la Alta Comisionada para la Marca España se la ha escrito, como el propio Sánchez ha reconocido), con algunos errores garrafales pero cuyos ingresos (20 euros por pieza) serán íntegramente destinadas a personas sin hogar.

El presidente del Gobierno quiso que sus maestros de ceremonias fueran Jesús Calleja, presentador del programa de aventuras en el que el presidente ascendió hasta los 80 metros, y que afirmó al cierre del acto que le ha visto desnudo; y Mercedes Milá, más interesada en promocionarse a ella y a su flamante programa, que al autor de la obra. Tanto, que Pedro Sánchez le volvió a recordar que había acudido a este evento a hablar de su libro, como le dijera Paco Umbral en un programa que ha pasado a los anales de la historia de la tele española.

La obra se ha pirateado mucho, cosa que me parece fatal. Y, además de confundir a Einstein con Hemingway y a Fray Luis de León con San Juan de la Cruz, la editorial va a corregir estos errores en próximas ediciones fingiendo como propios las borricadas de los autores, desvela como todo el mundo sabe conversaciones del ámbito privado del jefe del Estado por lo que de momento, el Rey no ha hecho desmentidos ni los hará.

Calleja también aprovechó la coyuntura para invitar a su programa al ministro Pedro Duque en pleno delirio de presentación.

En tono de humor el inquilino de La Moncloa y su señora recordaron que nadie les ha preguntado por las almohadas que también cambiaron y desmintió que se gastaran 500.000 euros en reformas, tal y como afirmaron las fake news.

Relató sus vivencias y resistencias, afirmó que resistir es cobrar 800 euros y tirar para adelante y le metió un viaje a los históricos del PSOE -Felipe González y Alfonso Guerra sobre todo- afirmando que ya no saben interpretar a la sociedad.

A medida que avanzaba el acto, casi con más periodistas que público asistente, Pedro Sánchez hacía verdaderos esfuerzos para que los presentadores le dejaran meter cuchara y poder hablar sobre la socialdemocracia, sobre cómo recibe el apoyo de la gente por la calle o lo difícil que es entenderse con los indepes, que no escuchan ni a los otros catalanes.

Cree que las próximas elecciones tienen buena pinta para él y amenaza con sacar una segunda parte de su obra que igual ya no le coge, es la primera vez en la historia que pasa, dentro de La Moncloa.

Entre los asistentes teníamos de todo. Desde Chelo García Cortés tratando de hacer un directo para su programa Sálvame (ya saben que antañao el presidente no tuvo reparos en hablar con su presentador, Jorge Javier Vázquez, para convencerle de que le votara) pasando por todo tipo de espacios informativos y de entretenimiento en el que Sánchez ha tratado de encontrar el hueco que no le hacía El País.

Vi a su hermano, David Sánchez Pérez-Castejón, que no es tan guapo como él; vi al presidente de Planeta (editorial del libro), José Crehueras, haciendo gestos para que el acto no se alargara en demasía; y a Manuel Cendoya, director general del Banco Santander, huyendo a la carrera a los diez minutos de empezar el acto como lo más cercano a alguien del mundo de la empresa.

Vi a Iván Redondo, el supergurú del sanchismo, y a Euprepio Padula, fino analista político quizá mirando a ver si Iván se muerde la lengua y sale él a escena a hacer de coach del presidente.

Al exjuez Baltasar Garzón, que no se pierde un enredo, al judoca Alejandro Blanco, a la bella exministra Beatriz Corredor con un vistoso abrigo rojo PSOE, fueron otros de los pocos rostros conocidos que quisieron acompañar a Sánchez en la presentación de un texto que si pasa a la historia va a ser como ejemplo del montón de cosas que no se deben hacer.

Enumeremos: aprovechar el puesto para promocionarse a uno mismo, elegir mal a tus presentadores, no repasar las galeradas y utilizar lo que te cuentan los demás en beneficio propio. De todas formas, José Bono ya sentó un grave precedente que el actual secretario general del PSOE ha sabido incrementar con creces.

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