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Nervios en Ferraz tras el "papelón" de Pepu, apabullado a horas de las primarias

Los socialistas madrileños votan este sábado a su candidato a la Alcaldía de la capital. Y el exseleccionador, enchufado por Sánchez, tiembla ante una previsible derrota.

Pepu Hernández, Manuel de la Rocha y Chema Dávila. Solo puede quedar uno este sábado.

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Un creciente temblor se ha instalado en Ferraz y comienza a llegar también a La Moncloa. Tras la rebelión del PSOE andaluz dando un portazo a los ministros en las listas de Susana Díaz al Congreso y Senado, el susto llega ahora desde Madrid.

Los militantes del PSOE-M votan este sábado en primarias a su candidato al Ayuntamiento, en el que se pelean la plaza dos veteranos dirigentes del socialismo madrileño y un outsider. Pero este último es, en realidad, el enchufado de Pedro Sánchez.

El problema es que la campaña del exseleccionador nacional de baloncesto, Pepu Hernández, ha dejado mucho que desear. Y que este jueves salió derrotado y apabullado del debate de los aspirantes.

Visiblemente nervioso, incómodo, evitando las preguntas de sus adversarios y sin levantar la vista en ningún momento de sus papeles, Pepu naufragó ante Manuel de la Rocha, exalcalde de Fuenlabrada, y el concejal madrileño Chema Dávila.

Pepu demostró los defectos propios de un paracaidista y que, además, no conoce la realidad ni los proyectos en marcha en la ciudad de Madrid, como ha insinuado De la Rocha este viernes en Espejo Público.

Así que visto el panorama, De la Rocha y Dávila han puesto en alerta a sus respectivos equipos. Los militantes tienen la palabras y se esperan presiones brutales del aparato. Y es que el sanchismo no puede permitirse otra bofetada en plena precampaña del 28-A.

A estas primarias están llamados a participar unos 5.300 militantes del partido censados en la capital. En caso de requerirse una segunda vuelta entre los candidatos más votados, se hará el 16 de marzo.

El exseleccionador de baloncesto se ha impuesto en la fase previa con la entrega del mayor número de avales (el máximo permitido, un 10% del censo) mientras que sus rivales tienen sus esperanzas puestas en el "voto secreto" de la militancia.