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Sánchez desafía al PSOE andaluz quitando a sus candidatos para poner a fieles

Pedro Sánchez ignora a los afiliados del PSOE andaluz y coloca a los cabezas de lista de su interés, con cuatro ministros incluidos y Susana Díaz herida pero no muerta.

Montero, Sánchez y Calvo, en el Congreso: tres rivales claros de Susana Díaz

Publicado por
Rafa Rodríguez

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Pedro Sánchez llegó a la secretaría general por los militantes y les prometió que, en adelante, todas las decisiones las tomarían ellos. Fue un compromiso que se llevó el viento, especialmente desde que impulsara la moción de censura que le llevó en verano a La Moncloa.

Su "olvido" ha sido especialmente intenso en Andalucía, donde no ha dudado en revocar decisiones expresas de los afiliados del PSOE para colocar como candidatos provinciales al Congreso a dirigentes que no habían elegido: un dedazo en toda regla que, por ejemplo, ha colocado como número uno por Córdoba al ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, pese a no ser siquiera socialista de carné. Y lo mismo en Sevilla y Almería.

Hasta cuatro ministros encabezarán así las listas del PSOE por Andalucía el próximo 28 de abril: la de Almería, por el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao; la de Cádiz, por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; la de Córdoba, por el de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, y la de Sevilla, por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Señalada esta última como hipotética sucesora de la propia Susana Díaz llegado el caso.

El pulso no cesa

Se trata de un varapalo para Susana Díaz, alicaída desde su derrota frente a Juanma Moreno, pero no muerta políticamente del todo. El sopapo público de Sánchez se contrarresta con la inclusión, en esas mismas candidaturas, de algunos de sus más leales colaboradores, lo que presagia un Grupo Socialista en el Congreso con distintas facciones.

Si el sanchismo estaba en minoría en la bancada socialista del Parlamento en la conclusa legislatura, el susanismo lo estará en la siguiente. Pero no desaparecerá, tal y como quería Ferraz y ha intentado por todos los medios. El pulso entre ambos dirigentes, ahora descompensado, no ha terminado. Habrá resaca, pero todo dependerá de lo que dicten antes las urnas.