Rivera intenta cerrar la herida de su acoso al PP y su pacto con Sánchez
Cs habla en serio: no va a pactar con este PSOE ni en las Generales ni en las Autonómicas, para horror de Page o Vara. Pero ahora tiene que lograr que le crean sus votantes, y en ello está.
Lo decía un my significado dirigente político, ya retirado pero muy activo, hace unos meses. "Albert Rivera tiene que decidir qué quiere ser de mayor". Se refería a su reiterado mensaje de que podía pactar con unos y otros, y de hecho lo hizo: con Pedro Sánchez, tras las Generales de 2015, pese al batacazo del PSOE y aunque la suma no daba para gobernar.
Y con Rajoy, en la repetición de los comicios en 2016, que sí terminaron en investidura. El centro liberal, venía a decir, puede entenderse con todos. Pero algo ha cambiado, al menos en las encuestas, y esa vocación transversal no es del todo entendida por el electorado, en tiempos de bloques muy polarizados donde no se entienden las medias tintas.
"En Rivera pesa haber espoleado la moción de censura de Sánchez, dando por finalizada la legislatura de Rajoy y anunciando que, si fracasaba el PSOE, él pondría una. Sin ese discurso, el actual presidente no se hubiera atrevido a dar el paso que ahora estamos pagando", explican fuentes políticas cercanas a los naranjas.
"No es justo, pero es lo que muchos sienten y por eso el cambio de discurso ha sido claro en esto, para que nadie tenga dudas", añaden. Se refiere al anuncio anticipado de Rivera de que no pactará ni con Sánchez "ni con el PSOE" tras las Elecciones Generales. Es una puerta cerrada, pues, que unida a la relajación del veto total a Vox coloca a Cs en un bloque claro con PP y los de Santiago Abascal.
Pero existía el riesgo de que, aunque eso vaya en serio, el votante siga pensando que unas semanas después de las Generales sí volverá a entenderse con el PSOE, en concreto en las Autonómicas y Municipales.
Si Rivera cumple su anuncio de frenar al PSOE, ni Gabilondo ni Page ni Vara será presidentes con facilidad
Y se señalan hasta tres plazas donde ese acuerdo se daba por hecho, para compensar uno previo nacional con Casado y Abascal, en distintas fórmulas: Madrid, Castilla-La Mancha y Extremadura. En esas comunidades, las figuras de Gabilondo, Garía-Page o Fernández Vara se perciben como más moderadas, más del PSOE clásico aunque a la hora de la verdad ninguno de los tres barones haya discutido los pactos de Sánchez, directos o indirectos, con le independentismo.
Por eso Cs ha decidido, presa de la inquietud, cerrar también esa puerta: Ignacio Aguado, su líder en Madrid, ya ha rechazado todo tipo de alianza con el PSOE, que además necesitaría de Íñigo Errejón para llegar a los números necesarios.
Page y Vara ya remojan las barbas, conscientes de que sin Cs sus opciones de seguir en las presidencias se limitan, casi por completo, a lograr la improbable mayoría absoluta.
"¿Pero de verdad va a cumplir Rivera esto?", se preguntan fuentes populares, que temen que después del 28A Sánchez presione a Ciudadanos, e incluso al PP si está en opciones de seguir en Moncloa, para entenderse con ellos o culparles de tener que hacerlo de nuevo con ERC -su verdadero socio junto a Podemos en Madrid y Cataluña- con lo que eso supone.
"¿Aguantaría esa presión o aceptaría para ser vicepresidente de paso?", dudan las mismas fuentes. En Cs lo tienen claro, o eso dicen. El centro liberal no puede entenderse ni con éste ni con ningún PSOE dominado por Sánchez. Y no puede hacerlo ni en las Generales ni en las Autonómicas. Va en serio, pues, pero la ciudadanía tiene ahora que creérselo.