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Podemos cae víctima del voto útil pero Iglesias puede por fin tocar poder

Vistas las urnas este 28-A, puede decirse que los morados han salvado la “bola de partido” que les angustiaba. Pierden apoyos pero serán más determinantes que nunca.

Pablo Iglesias tras conocerse los resultados oficiales.

Publicado por
Miguel Blasco

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Una sensación de vértigo y pánico se había instalado este domingo entre los principales dirigentes de Podemos. Las sensaciones cuando Pablo Iglesias regresó hace algo más de un mes a la primera línea política eran muy preocupantes para los morados y el escrutinio lo ha ratificado. Aunque, la aritmética del poder les ha hecho salvar los muebles.

"Nos el resultado mejor, pero es un resultado suficiente. Cumpliremos el mandato que nos han dado de que haya un gobierno de coalición, un gobierno de izquierdas", dijo, cariacontecido, en su comparecencia tras el escrutinio Iglesias.

Tal vez la campaña, valorada positivamente por la mayoría de los analistas, y el buen papel del candidato en los dos debates de la campaña, han dado un balón de oxígeno a la formación de Iglesias, más cerca que nunca de tocar poder con unos resultados mucho peores que en 2016.

En la sede de Podemos, estos días de campaña, se ha escuchado decir -con doble intención- que habían declarado la guerra a las casas de apuestas. Así es realmente: han pedido acabar con su publicidad y que a los locales solo se les permita funcionar en horario nocturno. Pero su mensaje iba dirigido contra los sondeos. Querían destacar que el regreso de su líder, Pablo Iglesias, fresco después del permiso paternal, rompería las “apuestas” que pronosticaban su acabose.

Vistas las urnas este 28-A, puede decirse que los morados han salvado la “bola de partido” que les angustiaba. Lejos están aquellos 71 escaños de 2016. Pero, como siempre ocurre, las expectativas son las que mandan y después de tanto dar por muerto políticamente a Iglesias, los más de 40 diputados obtenidos les saben a gloria, pese al retroceso.

Pablo Iglesias ha demostrado ser un buen estratega. Que llega directamente a los suyos. No tenía ni oxígeno en el pitido inicial de la campaña y ha terminado pidiendo más partido. Su forma de enfocar los decisivos debates televisivos permitió frenar a un PSOE que se lo merendaba.

Le bastó mostrar con “sensatez” y “moderación” que se puede “asaltar el cielo” con la Constitución en la mano, y mezclarlo con un toque de dudas razonables sobre el deseo de Pedro Sánchez de abrazarse con Albert Rivera para formar “el Gobierno del Ibex”, y el cóctel resultó lo suficientemente energético como para que el voto útil de la izquierda, aunque no cambiase totalmente de dirección, al menos no corriese despavorido alejándose de Podemos.

Ganar es gobernar. Así se repite estos días. Cerradas las urnas, a Pablo Iglesias las cuentas le salen. PSOE con Podemos podrían formar Gobierno en segunda vuelta de la investidura solo con la abstención de los independentistas. Y eso que sus 71 escaños de 2016 se han reducido a 42.

No es extraño que el líder morado y los suyos estén contentos. Desde esta noche, el rol de Iglesias es otro: el de negociador. Debe conseguir acompañar a Pedro Sánchez a La Moncloa como vicepresidente. Y, si puede, del brazo de otros inscritos de Podemos o, al menos, de independientes de perfil morado.

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